Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, marzo 29, 2006

Renacer II

Hoy desperté hambriento. He comido bien, 1 o 2 adultos por noche, pero pese a ello sigo hambriento. A veces no sé si es apetito real, o es algo en mi mente que me pide más carne y sangre. Tal vez sea el temor de recordar a los humanos y ponerme sentimental nuevamente. Quizás sea el gozo de verlos gritar y defenderse sin lograr nada. He llegado a creer que tengo raíces felinas: me encanta jugar con la comida antes de matarla...

Bien, creo que controlaré el hambre para poder pasar un rato entretenido. Ya tengo un buen escondite y estoy agazapado esperando presas. Han pasado algunas hembras con crías, pero no son desafío, quiero algo que dure más. Veo dos machos pero son pequeños, tampoco durarán mucho (aunque una vez capturé uno bastante voluminoso y gritaba peor que una cría hembra...). De pronto aparece un buen objetivo: es un macho, casi de mi contextura. Sé que jamás tendrá mi fuerza, pero por lo menos me costará algo más arrastrarlo (o eso espero).

Cada vez más cerca, creo que a éste lo atacaré de frente, para que sí sepa lo que le va a ocurrir. Dejo mi escondite, lo enfrento y... ¿qué demonios pasó?, ¿porqué diablos volé 6 metros por encima de mi presa?, ¿acaso ahora descubro que también puedo volar? Voy por él antes que huya pero... qué raro, sigue caminando igual de lento. Debo atacar con más fuerza; ya te tengo desgra...

¿Quién es éste? Desde que era cría, nadie me había doblado de un golpe en el abdomen. Bien graciosito, te llegó la hora. Ahora sí, de frente, mi mejor puñetazo para sacar tus entrañas... nada, salvo el dolor en mi mano; logro bloquear su primer golpe y empieza una salvaje y descontrolada pelea, la lluvia de puñetazos y patadas de un y otro lado genera en ambos dolor y cansancio, pero ninguno se detendrá (por lo menos yo no). De hecho algunos humanos se acercan a mirar, creo que jamás habían visto una lucha igual. Uno de los estúpidos se acerca a intentar detenernos. No sé si fue mi golpe o el de mi rival el que desprendió su cabeza... por lo menos fue suficiente para que el resto de los humanos escapara.

Nuestra pelea se alarga más y más, ya veo como empieza a clarear y este maldito no deja de golpear y bloquear tal como yo, como si supiese de qué modo lo voy a atacar. Ya es hora de abandonar lo convencional, esto se alarga demasiado y corro el riesgo de nuevo de caer en el embrujo del día. Con rapidez uso uno de los últimos trucos que aprendí, logro derribar al desgraciado, y ya en el suelo es fácil aturdirlo. Antes de matarlo veré su cara, quiero saber cómo es el cerdo que me dio la mejor pelea de mi vida. Al descubrir su rostro, sus ojos se abren y toma mi cuello mientras esboza una sonrisa... ¿abuelo...?
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miércoles, marzo 22, 2006

Renacer

Hace tiempo que no hago esto. Ha pasado un tiempo largo desde mi última cacería. Ya creía que me había transformado en serpiente, comiendo una vez por mes... el asunto es que algo cambió mi forma de ver las cosas desde que pude ver a mis víctimas a plena luz de día. Antes eran sólo sombras y carne para mí, y no respetaba sexo ni edad (claro, los más jóvenes son más blandos y los más viejos más fáciles de matar...). Pero ahora que los vi en su entorno... estoy envejeciendo parece. Empiezo a añorar aquellos días en que tranquilamente cazaba 6 o 7 humanos, y salvo las ropas no dejaba despojos. La última vez que salí cacé apenas uno, y todavía me quedan remordimientos pensando en los miembros de su clan que quedaron solos (aunque igual estaba suculento...)

Escuché de algunos colegas más viejos y que ya habían pasado por esta experiencia, que la opción más plausible era empezar a seleccionar las presas. Unos se decidían por mujeres y niños por lo blando de la carne, otros por ancianos por la facilidad para cazarlos, los más por los llamados “vagabundos”, una raza al parecer sin clan y que no dejan a nadie sin sustento o solitarios si son faenados... dicen que esa es la opción que deja más tranquila a esa voz infernal que todavía nos invade y que algunos llaman “conciencia”...

Yo apelé a esta voz infernal para decidir mi nuevo menú: extrañamente la respuesta que obtuve fue, por decir lo menos, desconcertante... “¿Quién te dio el derecho de decidir quién vive o quién muere?, ¿Eres acaso algún tipo de deidad con el poder de la vida y la muerte en sus manos, o sólo un cazador?...” Para alguien que lleva siglos de siglos cazando humanos para sobrevivir es una visión incomprensible, más aún saliendo de mí mismo... Pero de pronto las cosas se aclararon un poco. Mis siglos de cacería han estado marcados por una línea conductual hasta ahora irrenunciable: el azar. Nunca me he fijado en mis víctimas, siempre era la presa más cercana o la más fácil de cazar según las circunstancias; de ese modo, eran “designios superiores” los que ponían esas víctimas en mi camino. Pero ahora, la situación ha cambiado, y debo ser yo quien decida...

Dándole vueltas a la situación, y algo presionado por la inanición, recordé una cualidad de mi raza y que casi tenemos en desuso, por su aparente inutilidad: si miramos la cabeza de los seres vivos, somos capaces de saber lo que están pensando. Si bien es cierto esto también genera cierto dilema, puede aclarar la situación. Si soy capaz de saber quién tiene una familia digna de ser mantenida y quién no, voy a tener una base para decidir. ¿Y qué pasa si todos piensan que su familia es digna? ; tal vez podría ver si alguna de esas mentes está planeando algún crimen, así limpiaría un poco esta sociedad... ¿y luego ser el hazmerreír de mi raza, convirtiéndome en el paladín de los humanos? Si esto sigue así, bajaré rápida y ostensiblemente de peso...

Estoy entrando en crisis, ya no puedo seguir así, cada vez que paseo entre los humanos la decisión se hace más y más difícil, y mi peso más y más bajo; deberé optar por la solución más fácil, no tengo más alternativas: volveré a la noche. Nunca más salir de día, no más ver los ojos de mis víctimas, nunca más pensar, sólo matar y comer...

Mi nueva primera noche. Otra vez rodeado de penumbras. La oscuridad más profunda. El silencio más ensordecedor. Alguien viene. Me agazapo. Se siente su olor cada vez más cerca. Sus pasos ensordecen mis sensibles oídos. Salto sin mirar, atrapo sin considerar, mato sin sentir, como sin sufrir. Por lo poco que duró la comida supongo que era una cría, o una hembra pequeña. No me fijo en sus vestimentas, en realidad ya no me interesa. Ahí viene otro, sí, aún tengo hambre. Y este no viene solo, son 3. De nuevo agazaparme, otra vez funciona a la perfección, 2 de 3 no es malo.

Ahora sí, ya no tengo hambre.
Ahora sí, no necesito leer sus mentes.
Ahora sí, la voz infernal llamada conciencia desapareció.
Ahora sí, nuevamente y por fin, vuelvo a ser quien siempre fui, Blood...
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miércoles, marzo 15, 2006

Música

Melodía eterna que rebota dentro de mi cabeza. Hace días que la escucho, sin haber música cerca mío. No me asusta, nada me asusta, pero me desconcierta. Quien más alejado que yo de eso. Desde que nací y fue separado de mi madre, como todos los varones de mi tribu, he sido criado (y creado) como perverso. A los nueve años maté a mi primer rival, a los 11 ya era miembro regular de mi ejército, y a los quince tenía más de 100 hombres a mi mando. Ahora, como líder militar de todas las tribus de este lado del río, me dispongo a cruzar su ribera para conquistar las tierras de más allá. Y me desconcierto por una melodía que resuena en mi cabeza...

Es extraño, todos mis logros han sido en el corto plazo. Ya perdí la cuenta de cuantos han muerto bajo mi espada, mi hacha, o las patas de alguno de mis caballos: gracias a esas muertes soy el líder más joven y más temido de toda la planicie, y mi nombre se conoce en las tierras altas... También perdí la cuenta de cuantas veces he sido herido, casi de muerte incluso; tampoco recuerdo hace cuánto que no tengo 10 dedos...

Esas heridas y mi sangre derramada me han dado la otra fama: la de un guerrero inmortal, invencible, con poderes sobrehumanos. Eso ha aumentado el temor y el odio. Hace algunos días llamé a curanderos y hechiceros para que buscaran la raíz de la melodía: además de quemar mi pelo y dejarme algo más sordo, no lograron nada; bueno, nada salvo ser decapitados. Sólo el brujo más viejo no hizo nada, y se limitó a decir: es la canción de la muerte...ahora la debe estar escuchando junto con mi daga en su pecho.

Falta sólo un día para la invasión al otro lado del río. Todas mis tropas están listas. Como es costumbre, la noche anterior a la batalla la dedicamos a las esclavas. Esta vez elegí a una que decía ser princesa de su pueblo. Bella, agresiva, las 3 primeras veces costó domarla, pero de ahí en adelante cedió.

Llega a mis aposentos perfumada con las mejores especias, como corresponde a alguien de su “alcurnia”. Esta vez ella toma la iniciativa y me abraza por la espalda. Mientras me muerde con dulzura, una de sus manos desparece y al instante, la melodía nuevamente empieza a sonar en mi cabeza, pero más fuerte que nunca, como si miles de músicos se hubieran apostado dentro de mis aposentos a tocar. Todo ello mientras el cuchillo cae al suelo, y la sangre y mi vida brotan a raudales de mi cuello....
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lunes, marzo 06, 2006

Blood Blog Blues

El idiota del patio trasero y el llorón de ideas vagas escribieron una pseudocanción inspirada en mí, el Blood Blog Blues. Los patudos dicen que es un blues (...)
Ahí quedó en la barra lateral por si la quieren escuchar y seguir sufriendo. Ah, y si les da flojera (como a mí) de ir a la barra lateral, lo puse al final del post. Cuando encuentre a ese par los voy a hacer canción...


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Ya que me la pidieron, ahí está la letra:

Blood blog blues


Destrozo tu cuello, sea feo o bello

moliendo intestinos, cortando destinos

friendo tus sesos, cometo excesos


Trituro tus huesos, los como con queso

perforo tu alma, la rajo con calma

dolor tormentoso, castigo azaroso


Tengo sed y hambre, degluto tu sangre

antes de matarte, quiero torturarte

quemarte con frío, lo pienso y me río


Me viste inocente, tonto incompetente

entré a tu casa, te asfixié con grasa

lo supiste hoy, así es como soy ...

miércoles, marzo 01, 2006

El paso siguiente

Miro hacia el horizonte de mi mente, allá donde deberían aparecer todas las cosas que han de venir en mi mañana, donde apuntan las esperanzas cifradas hoy con los códigos que la vida enseña; allá donde convergen las miradas de todos aquellos que me acompañan en este viaje; allá donde debe estar ese presente preciado llamado hoy futuro. Concentro mi vista al máximo para tratar de avizorar algo, de antelarme a esos hechos... y lo que mi vista aprecia... nada.

No es que no vea, que no pueda o no quiera ver, o que mis ojos estén nublados o mi vista obnubilada. Veo el entorno: las ideas vagando a mi alrededor, buscando anclarse al piso para ser llevadas a cabo; los sentimientos combatiendo entre sí para primar; la razón intentando educar a la fe; las pulsiones e instintos ocultos en aquella vieja caverna que se aprecia a lo lejos, en un rincón; el conciente intentando despertar al subconsciente para obtener sus secretos y poder comprenderse... veo también el horizonte, el límite de mi mente con la eternidad y la grandeza y no se ve... nada.

Tranquilo, debe haber un error, algo que me impide ver, tal vez no deba saber; pero eso es irracional, si hay algo debe poder verse. Tal vez mis ojos o mi mirada no son los más adecuados para ver esto. Tal vez algo sobre el horizonte lo tapa, un velo oscuro que asemeja la nada. Tal vez yo mismo no quiero ver, o inconscientemente sé que no debo.

De pronto la paz se acaba, el entorno se agita, tiembla todo pero rítmica y pausadamente. Cada vez se hace más dificultoso estar de pie sin saber lo que se viene. El movimiento mantiene su ritmo pero aumenta su frecuencia e intensidad. Miro en un intertanto para ver esa cosa que destruye mi hábitat. Luego, en un instante en la nada llamada horizonte veo luz. Aparece gradualmente, pero es luz. Creo que está todo listo, llegó la hora de nacer. . . .