Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, enero 26, 2011

Insomnio

Otra noche de insomnio. Ya no sabía qué más hacer para poder dormir con tranquilidad, para poder pasar de una vez por todas una noche decente. Era realmente frustrante saber que el tiempo que para el resto era de jolgorio o descanso, para él significaba sólo sufrimiento. Lo terrible del insomnio era tener que sufrir por intentar dormir, y luego sufrir por no lograrlo. Cada vez la tortura era peor, y ya no le quedaban alternativas reales. Al parecer debería empezar a cultivar aquella virtud cuya ausencia le había acarreado tantos problemas: la resignación.

Otra noche de insomnio… pero bueno, ya no sufriría más, no sacaba nada y peor aún, más se complicaba al darle vueltas una y otra vez a lo mismo. Además, era esperable después de 3500 años de insomnio aprender a tolerar lo intolerable: tal vez era el precio justo por ser hijo del sol y vivir una eternidad como momia en su sarcófago jamás profanado…

miércoles, enero 19, 2011

Marido y mujer

-¿Qué te pasa? Hace días estás demasiado callado.
-Nada, debe ser el cansancio, la pega ha estado horrible.
-Pero otras veces también ha estado horrible la pega y no estás tan retraído como ahora.
-No sé, no lo he notado.
-Yo sí, por eso te pregunto.
-Ah… no, no me pasa nada.
-¿Seguro?
-Mmm… ¿por qué insistes? Parece que todas las mujeres son iguales, uno les dice que no pasa nada y ustedes siguen insistiendo.
-Claro, porque ustedes nos mienten pero al final se rinden a la insistencia.
-Es que al final uno termina inventando algo para que se dejen de molestar con las preguntas repetitivas. Cuando uno dice que no le pasa nada es que no le pasa nada…
-… o que no quiere contar…
-… o que no queremos contar, ¿o acaso ustedes no tienen secretos acaso?
-Sí, tienes razón… disculpa, no quería importunarte. Si dices que no pasa nada, me quedaré con eso.
-Bien… pero sí, algo me pasa.
-¿Viste? Lo sabía… ¿y me quieres contar?
-Sí, creo que mereces saberlo. Hice algo malo y el resultado de mis actos se está volviendo en mi contra.
-¿Qué, qué hiciste?
-Te maté hace una semana mientras dormías, y pese a ello sigues acá, penándome…

miércoles, enero 12, 2011

11/1/11

A las 11:11 en punto se acabó la vida en la tierra. Nuestras almas fluyen en torbellino furioso hacia el más allá, buscando la respuesta a la pregunta que por la premura del final no alcanzamos a hacer. Algunas fluyen hacia la luz, listas a seguir el camino hacia el juicio para pesar sus actos y determinar dónde se cometieron errores para seguir evolucionando en la siguiente encarnación; otras se dirigen a la oscuridad, a rendir cuentas a las entidades de las tinieblas y ser felicitados por el excelente trabajo hecho durante su encarnación terrenal, y mantener a la no tan vieja tierra como terreno fértil de la siembra de maldad y pecado. Algunas, las peores, esas almas que en vida calificamos como “desalmadas”… esas quedan en un status quo semieterno de incertidumbre y dolor, hasta que alguien decida que llegó el tiempo de pagar las deudas.

A las 11:11 en punto se acabó la vida en la tierra… ¿y cómo es que estás leyendo esto, si ya pasó la fecha y hora estipuladas? Bueno, lamento tener que contarte que tú eres uno de los pobres desgraciados cuya psiquis quedó capturada en una realidad paralela en la que nada pasó, en que la fecha y hora en cuestión no significaron nada, en la que se siguió trabajando, tomando café, leyendo, estudiando, descansando, fornicando, escribiendo. Tu alma quedó atada a tu psiquis hasta que ésta sea capaz de despertar a la realidad trascendental única, cuando venga el próximo fin de mundo y tu mente sea capaz de aceptarlo para por fin dejar a tu alma seguir el camino que no pudo seguir cuando debía, si es que debía. ¿Y cómo sé esto? Simple, yo fui uno de los pobres desgraciados que quedó atrapado el 31 de diciembre de 1999 a las 23:59…

miércoles, enero 05, 2011

Entregas

Mientras las nubes ocultaban el tenue sol que iluminaba las copas de los árboles de concreto, el motorista se deslizaba por la selva de cemento. Tenía una moto pequeña pero lo suficientemente maniobrable como para desplazarse a altas velocidades en una ciudad atestada de vehículos y gente. Su trabajo era bastante modesto y repetitivo, pero el solo hecho de sentir la velocidad entre entrega y entrega era el complemento necesario para su exiguo sueldo.

Ese nublado día la ciudad parecía más lenta y atochada que de costumbre, lo cual retrasaba sus entregas. Justo ese día su jefe le había dado una carga adicional de trabajo por reestructuración de la empresa, así que debería apurarse. Ya que no podía correr más de lo que el tráfico le permitía, debería acortar las visitas, guardarse el diálogo y simplemente entregar y entregar.

Mientras las nubes oscurecían más el día, el motorista intentaba llegar rápido a cada uno de sus destinos. Durante la mañana había cumplido a tiempo todas las entregas y luego de almorzar estaba listo para los mandados de la tarde. Simplemente lo haría como en la mañana para no perder tiempo: entraría sin saludar, dispararía a la cabeza de la víctima y se iría hacia la siguiente entrega de muerte, guardando la tortura para los días con menos pedidos…