Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, agosto 31, 2011

Estudiantes al poder

Siete de la mañana. Por entre la oscuridad de una mañana de julio en Santiago, una columna compacta avanza por la pista norte de la Alameda desde la USACH con destino al centro cívico de la capital. Todos quienes conforman la columna van de uniforme escolar, con polerones con capuchas y tras de una gran pancarta que reza “Estudiantes al poder”. Nadie vio bien desde dónde salieron. Nadie lograba distinguir alguna cara. Nadie entendía una marcha sin consignas ni más banderas que la pancarta. Los buses y vehículos particulares esquivaban con dificultad la columna, pues era tal su densidad de escolares que parecía como una sola masa avanzando en silencio por la calle.

A la altura de metro Los Héroes un gran destacamento de fuerzas especiales tenía todo preparado para detener a los manifestantes que no manifestaban nada. El mayor de carabineros dio el discurso de siempre, que pareció rebotar contra una muralla humana que avanzaba casi como por inercia tras su pancarta. Al ver que sus palabras no surtían ningún efecto, ordenó a la infantería contener a los estudiantes, mientras el “guanaco” y los “zorrillos” calentaban motores. Uno de los sargentos del grupo notó algo muy extraño, que nunca había pasado en sus diez años de experiencia en las manifestaciones, y que le daba casi un poco de miedo: ningún perro callejero acompañaba la marcha.

Cuando los escudos de la policía intentaron detener la marcha, en vez de ser golpeados o empujados no fueron tomados en cuenta, y tampoco pudieron siquiera disminuir la cadencia de pasos de los estudiantes. De pronto uno de los carabineros tropezó y cayó, despareciendo aplastado bajo la pancarta sin que nadie intentara esquivarlo ni pudiera ser rescatado. En ese instante se desató la carnicería: primero con sus bastones, luego con bombas lacrimógenas y finalmente a balazos, carabineros intentó parar la columna, sin lograr ningún resultado. Cada vez que algún carabinero caía y no lograba ser recogido o escapar rápido, moría aplastado por la columna, quedando sólo enormes charcos de sangre y restos en el pavimento. En una acción desesperada el conductor de uno de los “zorrillos” se lanzó a atropellar a los estudiantes, sólo logrando que su vehículo estallara en mil pedazos.

Ocho de la mañana. Por entre los escombros de las escaramuzas que se sucedían en plena Alameda, la compacta columna de estudiantes avanzaba tras de la ya chamuscada pancarta que rezaba “Estudiantes al poder”, sin haber logrado ser detenida por nada ni nadie. Al llegar al frontis de La Moneda doblaron ordenadamente para quedar frente a las puertas del palacio de gobierno. En la USACH todo era algarabía, el batallón de robots teledirigidos había cumplido su objetivo sin mayores dificultades, y ahora por fin Chile tendría un gobierno guiado por la clase estudiantil.

miércoles, agosto 24, 2011

Pintor

En la oscuridad de los pensamientos más bajos de su mente depresiva, el pintor dejaba fluir sus pinceles sobre la tela en el atril. Aburrido de luchar contra su maldita enfermedad, y luego de darse cuenta que al intentar salir de ella la sensación de satisfacción al terminar una nueva obra decaía a la par con el nivel de la crítica especializada y el precio del mercado, decidió no seguir intentando ganarle la batalla y comprender que depresión y pintura para él eran sinónimos. Desde niño había sido diagnosticado una y mil veces de distintos males, desangrado en laboratorios clínicos, irradiado en frías salas de rayos, escuchado y apretujado por decenas de médicos incapaces de creer que a tan corta edad se pudiera ser depresivo. Del mismo modo había pasado por cuanto profesor de arte existía en la ciudad, y había tenido que crear frente a varios de ellos para convencerlos que las pinturas que decía ser sus creaciones efectivamente lo eran. Así, incomprendido por la ciencia y el arte, el niño creció sufriendo y aprendió a ahogar sus penas en sus cuadros.

Hasta los quince años nunca había entendido eso de la inspiración; estaba acostumbrado a mirar algún objeto y en base a ello crear una pintura modificando el entorno, pero siempre usando algún modelo de la realidad. Pero al cumplir los quince, y luego de su cuarto intento de suicidio -el primero real pues los tres primeros fueron meras llamadas de atención- despertó en la habitación del hospital donde lo desintoxicaron para salvarle la vida con la mente llena de ideas nacidas de la nada. En un principio eran sólo colores e imágenes inconexas; luego, apareció un patrón: todas las ideas incluían un rostro que jamás había visto. Al ser dado de alta se encerró en su habitación con telas y pinturas y empezó a pintar descontroladamente. A los seis meses, y gracias al último profesor de arte que lo visitó, hacía su primera exposición. Al cumplir los dieciséis, ya era capaz de financiar su vida.

Durante una de sus exposiciones en el extranjero decidió salir a pasear. Al pasar frente a la vitrina de una tienda de revistas notó en la portada de una de ellas un rostro familiar, pero no lograba recordar dónde lo había visto antes; entró a la tienda a comprarla para ver si más tarde podía hacer memoria. Al llegar al hotel lo recordó: era el primer rostro que imaginó mientras estuvo hospitalizado, cinco años atrás. Cuando le preguntó al personal del hotel quién era la persona de la foto se llevó la impresión de su vida: era la foto de una famosa modelo que había sido asesinada la noche anterior. Con algo de angustia decidió subir a su habitación y empezar a comparar las fotos de sus cuadros con fotografías por internet; cada búsqueda terminaba con el mismo resultado: la foto de alguien en la crónica roja de algún diario, relatando un macabro asesinato. El temor se apoderó más aún de su atormentada mente, al notar que a cada rato más rostros aparecían en su imaginación.

En la oscuridad de los pensamientos más bajos de su mente depresiva, el pintor dejaba fluir sus pinceles sobre la tela en el atril. Necesitaba pintar lo más rápido que pudiera para que ningún rostro escapara de sus telas. Ese día se cumplían cinco años desde que había pintado su alegórico autorretrato, y no quería dejar inconclusa su tarea.

miércoles, agosto 17, 2011

La Moneda Negra

-Buenas tardes, soy el guía de turismo que solicitó, ¿en qué lo puedo ayudar?
-Hola. Hace tiempo había escuchado algo de una moneda negra, famosa a nivel mundial, y que estaba acá en el Museo de Bellas Artes, pero no sabía que era tan hermosa.
-Sí, es nuestra pieza principal. Está con nosotros desde su creación, el 1 de enero del 2000.
-O sea que es cierto que se hizo en esa fecha. Vaya qué... excéntrico el escultor para hacerla ese día.
-Señor, no es una escultura, La Moneda Negra es una moneda como tal, acuñada en una casa de monedas.
-Pero obviamente un escultor o diseñador tuvo que hacer las matrices de la pieza.
-No, La Moneda Negra está acuñada con el molde de una vieja moneda en uso en Chile, pero sin valor impreso.
-¿O sea que se acuñó en esa fecha? No entiendo.
-Creo que no ha escuchado la historia de esta moneda, señor.
-Bueno, he escuchado varias leyendas, pero no sé a cuál creerle. ¿Usted sabe la versión oficial?
-Por supuesto, de hecho estuve muy cerca de ahí cuando ocurrió todo.
-Entonces cuénteme por favor.
-La noche del 31 de diciembre de 1999 estábamos todos en los alrededores del Palacio de La Moneda, esperando que dieran las doce para celebrar el cambio de milenio. A no más de quinientos metros se haría luego un gran festival de fuegos artificiales en la torre Entel.
-Hasta ahí la historia es como la conozco.
-Sí... bueno, a las 12 en punto, y cuando todos íbamos a gritar “feliz año nuevo” y a abrazarnos, se produjo el descalabro computacional. Toda la generación de energía del país colapsó, las comunicaciones se cortaron, y quedamos en la oscuridad más absoluta que nadie haya visto.
-Ajá, algo similar a lo que pasó casi en toda América Latina.
-Sí. Lo que la gente no sabía es que en los subterráneos de La Moneda y bajo la Plaza de La Constitución había una concentración de los más poderosos computadores del país, trabajando como una unidad de monitoreo y defensa nacional. Al producirse el colapso informático y energético dichos computadores se sobrecalentaron, falló la refrigeración, y generaron un haz de energía que fue visible en todo el continente.
-Ah, ahora recuerdo la historia. El haz energético quemó el palacio de gobierno, lo dejó negro y en honor a ello crearon La Moneda Negra. Oiga, ¿y qué tengo que hacer para ir a ver el palacio quemado?
-Disculpe señor, usted no entiende. El haz de energía calcinó todo el palacio y la plaza. La Moneda Negra se hizo con las cenizas de la construcción y de los que murieron desintegrados, para que los familiares tuvieran algún lugar físico donde llorar...

miércoles, agosto 10, 2011

Pastilla

-Hola doctor
-Hola Marta, ¿cómo estás?
-Ehh... ¿la verdad? Mal.
-¿Qué te pasó? Hasta el último control el tratamiento iba perfecto.
-Ehh... bueno doctor, eso no es tan así. Yo quería creer que estaba mejor, pero no es verdad.
-¿Cómo así?
-Es que igual le tengo un poco de miedo a tanta pastilla, he escuchado tantas cosas en la sala de espera que de verdad estoy asustada.
-Pero tú tomas sólo una pastilla.
-Es que nunca me ha hecho bien. Pese a tomarla ordenada, con horario y todo, las alucinaciones no ceden.
-Ajá. ¿Y cuáles son las alucinaciones de ahora?
-Las mismas de siempre, sigo viendo gente asesinada que se acerca a mi para que las ayude a delatar a sus asesinos y con ello encontrar su paz eterna. Basta con que aparezca un crimen nuevo en las noticias para que se me aparezca el alma de ese muerto a pedir ayuda.
-Ah bueno, por lo menos no es nada nuevo. Deja ver en tu ficha qué estás usando... ah, la pastilla que está en fase de prueba. Bueno, creo que volveremos al tratamiento viejo pero que ya está probado.
-¿Y esa sí me quitará la enfermedad doctor, o al menos la estabilizará?
-¿Enfermedad? ¿Qué enfermedad? Parece que no estamos hablando de lo mismo.
-No lo entiendo doctor.
-A ver, aclaremos esto de inmediato. Tú no estás enferma de nada, y la pastilla no es un tratamiento.
-¿Qué?
-Tú eres una médium, y las pastillas son para bloquear tu capacidad de comunicación con las almas en pena.
-¿O sea que...?
-No digas nada más; además, en cuanto la tomes olvidarás todo, inclusive esta conversación...

miércoles, agosto 03, 2011

Confesionario

-Confieso padre que he pecado.
-Cuéntame hijo, ¿qué pecado cometiste?
-Soy ladrón padre. Toda mi vida he sido ladrón, y necesitaba contarle.
-Hijo, el robo es un delito, dios puede perdonar tu pecado, pero ello pasa porque te arrepientas y pagues por la ley del hombre. ¿Y has herido físicamente a alguien con tus robos?
-Físicamente no padre, pero cada vez que lo hago dejo una huella intangible pero imborrable en mis víctimas. Generalmente no se dan cuenta, me gano su confianza, les hago creer que necesito de ellos. Cuando me voy, siempre llevo conmigo el botín; para cuando lo notan, ya es demasiado tarde.
-¿Y entras a la casa de tus víctimas a robar?
-Sí padre, mis víctimas son demasiado confiadas, aún creen en la bondad de las personas, me reciben y me acogen como si fuera de la familia.
-Vaya, o sea que además de robar sus bienes también robas su confianza.
-No padre, son tan inocentes que después que los robo siguen confiando; no sé si no pueden o no quieren abrir sus ojos a la realidad.
-Mmm... ¿y qué harás después que pagues tu deuda con la sociedad y que dios te perdone?
-Padre, no me entregaré.
-Entonces no te puedo ayudar, hijo.
-Ya lo hizo padre, y tal como el resto no se dio cuenta.
-¿De qué hablas?
-Se te olvidó preguntar algo, sacerdote.
-¿Qué?
-Nunca me preguntaste qué es lo que robo.
-No me interesa saberlo, me interesa tu...
-Pues debería, sacerdote.
-Bueno, ¿qué es lo que robas?
-Le robo el alma a los curas y se la entrego al príncipe del mal. Gracias por todo, pobre tonto...