Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, diciembre 28, 2011

Puerta

Cada cierto tiempo la puerta de la casa que daba al patio crujía sin razón aparente. La joven dueña de la vieja casona recibida de herencia de su abuela ya estaba acostumbrada al continuo sonido. Día y noche, invierno y verano, siempre la puerta del patio crujía y crujía; no importaba que estuviera abierta o cerrada, la puerta jamás dejaba de crujir.

Su abuela, quien edificó esa casona en un terreno heredado de su propia abuela, era una mujer extraña. Dueña de conocimientos pasados de boca en boca de varias generaciones, era algo así como una guardiana de toda esa información, que más que nada era una suma de secretos incontables acerca de las familias de la ciudad. Su casa era un enclave soñado para historiadores y trovadores, quienes luego de conversar una tarde entera con la sabia mujer tomando mate amargo, salían maravillados de todo lo que la abuela sabía acerca de lo que le preguntaran. Lo único que la mujer jamás revelaba era la fuente de sus conocimientos: si alguien se atrevía a preguntar por ello la mujer se sumía en un mutismo que obligaba a sus interlocutores a abandonar la casa y no volver nunca más. La abuela era en general una mujer feliz de la vida que tenía, salvo por un detalle: su hija, la llamada a heredar todo, no se interesó nunca por nada de su madre. Así, cuando creció su nieta y mostró un interés sincero por ella, encontró a quien legar su mente.

La niña tenía libertad absoluta en la casa de la abuela, no había lugar vedado ni pregunta no respondida. Cuando cumplió los quince, y presa de la curiosidad propia de una chica de su edad y de la infuencia de las historias escuchadas, le preguntó a la matriarca de dónde salía todo lo que sabía, a ver qué pasaba. Para su sorpresa su abuela no se enojó, sino que la llevó al fondo del patio y le mostró la raíz de la vieja higuera. Ahí le explicó que estaba enterrado el cuerpo de una vieja bruja, quemada hacía ya trescientos años, y que era la fuente de toda sabiduría en la familia. También le hizo una advertencia: toda la casa estaba hecha de modo tal de contener el alma de la bruja en su lugar. Si algo de la estructura de la casa salía de sitio, las consecuencias serían insospechadas. Entendiendo apenas la mitad de lo que escuchó, no le dio mayor importancia y siguió haciendo su vida.

Cuando la sabia mujer murió, dejó de herencia la casona a su nieta, convencida de haber hecho bien su trabajo y haber escogido adecuadamente a la depositaria de su sabiduría. La joven lloró la muerte de la abuela que la crió desde los diez años hasta su muerte, cuando ella acababa de cumplir veintidós. Pese a la pena sabía que debía honrar su memoria manteniendo la tradición familiar abandonada por su madre; así, se dispuso a ver cómo podría hacerse cargo de tamaña tarea.

Cada cierto tiempo la puerta de la casa que daba al patio crujía sin razón aparente. La joven ya estaba aburrida de ese sonido continuo de la vieja y desvencijada puerta de color madera algo rojizo. A sabiendas que no podía sacar nada de la estructura de la casa, creyó dar con el origen de los crujidos: los tornillos que unían las bisagras a la madera estaban sueltos, producto de las décadas de apertura y cierre de la vieja puerta. Para no cambiar la vieja hoja de madera ni las bisagras, decidió sacar los tornillos y poner algún tarugo para rellenar y recolocar los soportes, para que así siguiera la puerta en su lugar y despareciera el ruido para siempre. En cuanto terminó de soltar el último tornillo y de desmontar la puerta, un crujido enorme partió la madera por la mitad: el gran escudo de canelo consagrado había sido removido, dejando escapar el espíritu de la bruja, quien capturó el alma de la muchacha y la enterró debajo de la higuera, apoderándose del cuerpo de la descendiente de la machi que la había encarcelado por trescientos años. Con ese nuevo cuerpo podría llevar a cabo su venganza, luego de quemar la puerta y fundir los tornillos y bisagras para rehacer la daga ceremonial que se había usado para su fabricación, y que ahora sí lograría su cometido: acabar con todos los brujos mapuche y dejar el camino libre para ser reemplazados por brujos del mal. La batalla por la tierra había empezado, y una de sus guerreras yacía encerrada bajo una higuera por culpa del crujido de una puerta.


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miércoles, diciembre 21, 2011

Viuda

La tapa del vidrio del ataúd se cerraba definitivamente. Ya había pasado el período necesario para que los vivos asumieran su situación en la vida y dejaran que la muerte, otro capítulo del ciclo vital, hiciera lo suyo. Los familiares y amigos del difunto esperaban ahora iniciar el recorrido final entre la iglesia y el cementerio para dejar en el crematorio todos los sueños no realizados, las esperanzas incumplidas y los planes no ejecutados ni ejecutables, pero que aún residían en los cajones de los sueños y esperanzas.

La viuda del anestesista estaba devastada. Todos sus proyectos se habían truncado y ahora yacían en el cajón de madera y vidrio que acababan de cerrar. Proveniente de una familia adinerada había estudiado medicina por la necesidad de ser algo más que “la heredera de” y se había enamorado de un estudiante algo más pobre pero atractivo y brillante. Mientras ella terminó su carrera a duras penas y al titularse recibió de regalo de su padre una pequeña clínica para que la administrara, él se graduó con honores e inmediatamente luego de recibirse empezó a hacer su especialidad. Seis meses después la pareja ya se había casado y empezado una vida en común.

La viuda tenía muchos defectos como cualquier persona; el difunto sólo uno: era mujeriego. El anestesista quería mucho a su mujer, pero también a sus dos amantes. Mientras ella administraba cómodamente la clínica, él pasaba largas jornadas de turno en distintos pabellones, y otras tantas en hoteles y moteles dentro y fuera de la ciudad. La vida de él era ajetreada pero entretenida, tal como siempre había deseado; la de ella era tranquila gracias a la ignorancia.

La tapa del vidrio del ataúd se cerraba definitivamente. Algunos familiares se extrañaron un poco por la premura de la viuda por cerrar dicha tapa, pero entendían el dolor de la mujer al haber perdido a su marido tan inesperadamente luego de un impensado infarto fulminante. La viuda, antes de cerrar la tapa, le dijo adiós con sus ojos a quien tanto había amado y que había envenenado por sus infidelidades. Lo único que la apenaba era que había usado una dosis muy baja de veneno y que el maldito había sobrevivido y empezado a despertar dentro del ataúd, por lo que tuvo que apurar todo y no logró hacer el espectáculo completo de llanto y desmayo en la iglesia. Pero bueno, algo se le ocurriría en el camino al crematorio.


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miércoles, diciembre 14, 2011

Suicida

La muchacha estaba sentada en el borde de la cornisa a veinte pisos de altura. El mundo se veía extraño bajo sus pies, todo agitado y pequeñito sesenta metros abajo alrededor del edificio del cual colgaban sus piernas, a punto de caer y encontrar el final de su desdichado destino. Ya no tenía miedo, sólo le quedaba esperar el momento exacto.

La policía y los bomberos habían sido avisados de la suicida en la cornisa del edificio corporativo de la compañía de seguros. Parecía una ironía que alguien intentara suicidarse saltando desde la azotea de una compañía de seguros: tal vez tenía deudas y quería llamar la atención saltando desde esa torre, tal vez tenía una pena de amor y había escogido el edificio al azar, inclusive hasta podía tener una póliza de seguros y quería hacerla efectiva para su beneficiario. El asunto es que sin importar la causa deberían intentar salvarla, y si no se podía, al menos evitar que matara a alguien en su caída.

El policía encargado de la negociación se acercó a ella lentamente por la espalda. Llevaba una radio abierta para que pudiera ser escuchado su diálogo, y usaba un audífono donde podría recibir instrucciones de parte de los psicólogos que los asesoraban. Poco antes que llegara donde la muchacha ella volteó a mirarlo despreocupadamente. El policía se aprestaba a hablarle cuando la muchacha giró su cuerpo nuevamente hacia el vacío; no tenía más opciones que acercarse más para poder empezar a dialogar.

La muchacha estaba sentada en el borde de la cornisa a veinte pisos de altura. De pronto notó que el policía se sentó a su lado y empezó a hablarle; en ese momento lo tomó por el brazo lanzándolo al vacío sin mediar provocación. Los gritos de desesperación del policía y de la gente en la calle se apagaron con el estallar del cuerpo contra el pavimento. La muchacha lo había logrado otra vez: había sacrificado un varón joven justo antes que venciera el plazo del pacto con satán por su alma a cambio de juventud eterna, tal como lo hacía una vez por año por ya casi mil doscientos años.

miércoles, diciembre 07, 2011

Abogada

La mujer despertaba lentamente de una agitada noche. No recordaba bien los detalles pero sabía que la estaba pasando bien, luego de una larga racha de sinsabores en su vida.

La mujer era una abnegada abogada, que a punta de esfuerzos había logrado cada uno de sus objetivos en la vida. Hija de una familia sin medios había logrado surgir a costa del sacrificio de toda su familia, que hizo hasta lo imposible para que ella sólo tuviera que dedicarse a sus estudios. Terminada la universidad y luego de trabajar un tiempo para la fiscalía, se incorporó a una oficina de abogados donde empezó a hacer carrera.

Pasado un tiempo en que la dejaron a cargo de casos menores y como apoyo a los profesionales de peso, un día recibió su gran oportunidad. Uno de los procuradores del equipo fue acusado de homicidio, y ella fue la elegida para representarlo. No era habitual que alguien con tan poca experiencia se hiciera cargo de un caso tan complejo, pero sus jefes depositaron su confianza en ella para ponerla a prueba y definir su futuro. Luego de casi tres meses de investigación y de variados recursos judiciales, fue capaz de lograr la libertad de su compañero de trabajo y finalmente, a los seis meses, su absolución. Esa fue la prueba suficiente para que sus jefes se dieran cuenta que tenían un diamante en bruto que debían pulir para asegurar el futuro de la oficina. Ese fin de semana se juntarían a cenar en un restaurante de lujo junto con la plana directiva, luego de cual los más nuevos, incluidos el procurador y la abogada, se fueron a una disco a bailar toda la noche.

La mujer despertaba lentamente de una agitada noche. No recordaba bien los detalles pero sabía que la estaba pasando bien, luego de una larga racha de sinsabores en su vida. Recordaba haber llegado a la disco, haber bailado un rato, haberse acercado a la barra con el joven y agradecido procurador, y luego de aceptarle un trago una nebulosa se apoderó de su memoria. Mientras recobraba la conciencia esperaba no estar en la cama del procurador, no quería relacionarse íntimamente con nadie de su trabajo al menos por un tiempo. Cuando intentó levantarse se dio cuenta que estaba amarrada de pies y manos a la cama. De pronto vio aparecer al procurador, vestido con ropa de carnicero y con un largo cuchillo. En ese instante recordó todas las fotografías de las víctimas que ella logró que fueran consideradas por el tribunal como pruebas insuficientes para inculpar a su defendido. Pero ella era afortunada, el carnicero procurador la degolló al instante para luego deformarla con su cuchillo, al revés de lo que había hecho con sus cuatro víctimas conocidas y las siete que nadie encontraría.


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