Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, septiembre 18, 2013

Golpe



El golpe de una gota contra un charco en un túnel de piedra vacío bajo tierra genera un eco aterrador que se puede escuchar casi a decenas de metros de distancia. La mente humana de inmediato imagina lo peor, aunque muchas veces no le quede claro qué puede ser peor que estar en un túnel de piedra vacío bajo tierra. El frío calando los huesos, distinto a cualquier frío concebible en la superficie, la oscuridad apenas penetrable por la luz de una linterna, los reflejos de la luz en la humedad de las paredes cubiertas de piedra, y los ruidos… los malditos ecos y ruidos que parecen venir de todos y ningún lado, nunca sabes si el peligro viene tras de ti, o si tú avanzas hacia el peligro.

El golpe de las gotas sobre el charco tiene vida. Lo sé porque luego de aparecer ocasionalmente, empieza de a poco a hacerse rítmico, a mantener una cadencia que parece perpetuarse en el tiempo y el espacio; así, el golpeteo y el eco se empiezan a entremezclar en mis oídos, convirtiéndose en un continuo sonoro que inunda mi cerebro y lo hace vibrar de modo anómalo, sacándome de mi concentración y haciendo que por segundos pierda mi conciencia de individuo y llegue a creer que formo parte de una frecuencia universal que a esa hora vibra a los mismo ciclos por segundo que yo; tanto es el efecto de los sonidos en mi mente, que podría jurar que fui capaz de escuchar lamentos viajando en esa extraña vibración ilógica. Luego de mover mi cabeza logro reenfocarme y recuperar la concentración, para encontrar el origen de las gotas y del charco.

Intentar encontrar una gotera en particular en un túnel de piedra bajo tierra, que por naturaleza está lleno de filtraciones de agua por todos lados, es una verdadera locura; sólo el tiempo bajo tierra recorriendo túneles te entrena como para ser capaz de diferenciar esas sutiles diferencias, que es el modo para no confundirse en un sitio que por esencia es confuso. Mientras avanzo por el frío túnel, que más bien parece una cañería enorme, voy distinguiendo los tonos de las goteras al golpear sobre la superficie de sus posas, descartando una a una cada una de dichas goteras, pues ninguna suena como la mía. Al empezar a buscar iluminaba todas y cada una para asegurarme que mi oído estuviera en lo correcto, pero ya no es necesario: sé cuál es el sonido, conozco el eco en las paredes, intuyo que ninguna es, y no necesito ver lo que sé. De pronto, entre todo el concierto de goteras metálicas y reverberantes, un sonido apagado y grave ilumina mi rostro y alegra mi alma.

El golpe de una gota contra un charco en un túnel de piedra vacío bajo tierra genera un eco aterrador que se puede escuchar casi a decenas de metros de distancia. Pero ese eco no me aterra sino me pone contento, pues por fin podré acceder a mi bautizo. De inmediato ilumino el techo desde donde cae la gota que genera el apagado golpe sobre el charco para cerciorarme que es mi gotera y no el producto de la ansiedad y la emoción; en cuanto la luz confirma mi intuición, me preparo para lo que ha de venir. Sin pensar en el frío me despojo de toda mi ropa, me coloco exactamente bajo la gotera, y con un palo libero la piedra del túnel que varios minutos atrás dejé suelta por arriba de la construcción: de inmediato la sangre de los diez sacrificados en honor a B’aal me baña de pies a cabeza, consagrando mi alma al general de las huestes del mal. Ya me habían dicho que lo más complicado era encontrar el punto exacto en el túnel bajo tierra, y yo que creí que matar a esos diez tontos sería difícil…

miércoles, septiembre 11, 2013

Dicen



Dicen que a veces la gente no sabe controlar sus impulsos. Yo creo más bien que los impulsos se reprimen más que se controlan, y ello lleva a que a veces las cosas se salgan de control. Yo no quería matarlos, sólo quería golpearlos para que entraran en razón, pero las leyes dicen que no es bueno golpear gente, aunque estén equivocados y el producto de su equivocación termine complicando a miles o decenas de miles de personas: el bien común parece estar siendo aplastado por el bien individual, y eso está llevando a la sociedad a situaciones límite que no sabemos cómo enfrentar.

Dicen que a veces la gente no sabe contener su egoísmo. Eso es verdad, pero para mi ello es una virtud más que un pecado: ¿por qué siempre tenemos que ver por lo bueno para el otro, postergando o relegando a segundo plano lo que es bueno exclusivamente para el individuo? Cuando les dije que quería golpearlos para que entraran en razón, me dijeron (dentro de todas las barbaridades que me dijeron) que eso era egoísta porque en realidad lo que estaba buscando era llevarlos a hacer lo que yo quería, sin pensar en las necesidades del resto. ¿Y a mi qué mierda me importa el resto? ¿Acaso al resto le importa que yo necesite golpearlos para estar bien conmigo mismo, y que esas mierdas de pastillas que me dieron por años apenas me servían para aturdirme, pero en cuanto pasaba el efecto mis deseos de golpear seguían intactos, y a veces hasta peores? Ah no, verdad que el individuo no importa, lo que importa es el colectivo… ¿y acaso el colectivo no es la suma de los individuos, y cuando uno de ellos está mal es el colectivo entero el que se altera? Cuando preguntaba eso, me respondían que era cierto, pero entonces había que mantener bien a la mayor cantidad de individuos porque eso mantenía menos desequilibrado al colectivo: en resumen, importa siempre más el resto que yo.

Dicen que a veces la gente no sabe ponerse en el lugar del otro. ¿Es eso posible acaso? ¿Puedo ser empático con alguien si no conozco su historia de vida, sus temores, sus amores, sus rabias, sus sueños, sus principios y sus vicios? De pronto parece que todos se contagiaron de una epidemia de new age, todo debe ser empatía y resiliencia, todos debemos confluir hacia las ideas del bien común… ¿por qué no reconocen que lo que quieren es una sociedad de seres alienados en la pasividad, que esperen como corderos en el matadero a que el cuchillo resbale por sus cuellos y todos deseen que ello ocurra, y que hasta parezcan disfrutar de sus propias muertes? No puedo ponerme en el lugar del otro porque no soy otro, soy yo, y siempre seré yo y no algún otro; no soy parte de la sociedad, soy un individuo, mis prioridades están por encima de las del resto, y las veré desde mi prisma y no desde el púlpito de otros. ¿O acaso nadie se da cuenta que imponer la empatía es imponer al resto la visión egoísta de aquellos que abogan por el bien común, porque no tienen clara su individualidad?

Así, resulta que el que no controla sus impulsos, no contiene su egoísmo y no sabe empatizar con el resto, es el único que vive en paz consigo mismo. Como nunca me dejaron golpearlos, los terminé asesinando; como nunca dejaron que viviera mi individualidad, les hice mierda su sociedad; como nunca se pusieron en mi lugar y me exigieron que me pusiera en el de ellos, terminé con sus historias personales acabando con sus negocios y sus familias. Y ahora estoy aquí, parapetado en un edificio, rodeado de helicópteros, vehículos blindados, y con un contingente de soldados armados hasta los dientes que suben por las escaleras y se descuelgan desde la azotea para acabar con mi vida, sólo porque alguien decidió que el mal menor también era demasiado malo para su puta escala de valores. Nadie sabe que tengo esta cagada de edificio llena de explosivos conectados a un monitor cardiaco que mide mis latidos, y que detonarán en cuanto mi corazón deje de funcionar gracias a aquellos que obedecen a los intereses de la mayoría. Si tan solo me hubiesen dejado golpearlos…