Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, mayo 28, 2014

Marcos

Marcos se cansó de caminar. Esa mañana despertó en su realidad de siempre, y se dio cuenta que nada era verdad. Pasados los 50 años de vida, y algo más de 25 siendo su propio sustento, cayó en cuenta que todo lo que parecía ser el mundo real no era tal, sino su visión parcial y sesgada de la verdad. Marcos quería seguir caminando, pero ya no había camino delante de él.

Marcos estaba sentado frente a su computador, al que había llegado por inercia ese día. Su pantalla arrojaba un flujo imparable de ceros y unos, que era visto por sus compañeros de trabajo como una fotografía de una bella playa como fondo de pantalla. Las voces de quienes lo rodeaban eran vibraciones que intentaban entrar por todo su cuerpo, sin lograr encontrar sus oídos para seguir su curso natural. Y sus cuerpos… sus cuerpos estaban desnudos, sin piel, con los músculos y órganos a la vista. Sus translúcidos sistemas digestivos dejaban ver todo lo que habían comido, y los cuerpos de sus compañeras dejaban ver sus prótesis de silicona y suturas cosméticas, del mismo modo que los abultados abdómenes de algunos de sus compañeros se veían comprimidos y contenidos por sendas fajas de variados materiales. Marcos, por primera vez en su vida, era capaz de ver la realidad.

A media mañana Marcos sintió una vibración que parecía venir de una masa de plástico y alambres encima de su escritorio. Al tomarlo y acercarlo a su oído sintió otra vibración que parecía que correspondía con el sonido natural de su nombre, por lo que se dirigió a la oficina de su jefe, tratando de ir con la mayor amplitud de mente posible para tratar de comprender lo que le dijera, y que su imagen no le causara asco, como ya le había sucedido con otras personas. En cuanto golpeó el trozo de árbol con incrustaciones metálicas que hacía las veces de puerta y entró, supo que su capacidad de ver la verdad había subido otro escalón.

En el centro de la oficina no había un cuerpo despellejado ni nada parecido; en su lugar, un animal con cuerpo de chacal y cabeza de serpiente bramaba órdenes con una voz que manifestaba odio a cada palabra. Con temor salió de la oficina, para encontrarse con el nuevo panorama: las cosas habían vuelto a tener su forma física, y las personas ahora habían tomado la forma de la esencia que los identificaba. Una araña viuda negra enorme se paseaba frente a un gran puerco que se movía con dificultad, mientras una lagartija con cabeza de paloma parecía entretenerse con el pelaje de una leona; en un rincón, un robot miraba fijo su monitor y escribía a gran velocidad. Marcos, sin saber qué hacer, salió del lugar para no seguir viendo el patético espectáculo, a caminar por las calles de la ciudad.

Marcos se cansó de caminar. Esa mañana despertó en su realidad de siempre, y se dio cuenta que nada era verdad. Luego de media hora caminando por la ciudad y viendo la mezcla más extraña de verdades, decidió hacer lo que hasta ese instante no había podido, ni querido. Temerosamente se acercó a una vitrina que tenía un gran espejo a la venta. Marcos miró en él, y quedó congelado ante el reflejo: ahí, parado en su lugar pero del otro lado, el fantasma de un anciano lo miraba con ojos sin vida.

miércoles, mayo 14, 2014

Comando

Avanzando con la espalda pegada al muro, el joven soldado esperaba no ser sorprendido por el enemigo. Luego de días escabulléndose por los rincones de la ciudad, sus rivales parecían estar cada vez más cerca, lo cual ponía en serio riesgo su misión, y su vida. Era en esos momentos en que debía echar mano a todos sus conocimientos de guerrilla, para tratar de pasar desapercibido y lograr dar el golpe que le diera la ventaja a su ejército en esa escaramuza.

El joven soldado había decidido su futuro durante el servicio militar. Durante su infancia y juventud había sido un desadaptado, que parecía no encontrar su lugar en la sociedad. Hijo de padres dedicados a la venta de artículos de corte esotérico, y que promocionaban las virtudes de la magia y la brujería, nunca recibió la disciplina que necesitaba para darle un cierto orden a sus deseos e ideas, por lo cual se convirtió en un niño problema y luego en un adolescente conflictivo. Sus padres, sin tiempo ni ganas de dedicarle tiempo a la crianza de su hijo, lo dejaron cometer todos los errores que pudo, y al cumplir la mayoría de edad y no tener nada que hacer, fue reclutado. Luego de un mes de recibir todos los castigos existentes y las reprimendas posibles, aprendió lo que significaba obedecer órdenes y que otras personas decidieran por él; finalizada su instrucción obligatoria, y luego de convertirse en el ejemplo a seguir por el resto de los reclutas, postuló y de inmediato fue aceptado para iniciar su carrera de soldado profesional. Los más felices con esa decisión eran sus padres, pues podrían seguir con sus ventas, promociones y estudios, con una boca menos que alimentar y sin los problemas que traía un joven problemático, desempleado y sin creencias; sin embargo, el joven también había encontrado algo que podía llamar familia, lejos de quienes lo engendraron y alimentaron durante su infancia y juventud. De todos modos, y por sugerencia de sus superiores, no debía perder el contacto con sus progenitores para no violar la consigna de “Dios, Patria y Familia” que gobernaba al ejército como mantra y estandarte.

La lucha contra el tráfico de personas se había convertido en un tema primordial para el país, de modo tal que no hubo que esperar demasiado tiempo para que los poderes del estado facultaran al ejército para intervenir en la situación. Así, mientras los policías se encargaban de perseguir a secuestradores y falsificadores encargados de facilitar la salida del país de la gente raptada, el ejército debía infiltrar las redes que mantenían secuestradas a las personas antes de sacarlas fuera del territorio. Así, la compañía en que se desempeñaba el joven soldado estaba a cargo de acabar con los jefes del terreno donde mantenían por la fuerza a la gente. Dado su valor y su capacidad de obedecer órdenes casi sin pensar, el muchacho había sido enviado casi como punta de lanza del asalto, para que en cuanto empezara el ataque, él y otros cuantos soldados pudieran atacar desde dentro.

Avanzando con la espalda pegada al muro, el joven soldado esperaba no ser sorprendido por el enemigo. En esos momentos el silencio era su mejor aliado, pues se encontraba en la misma habitación en que estaban los cabecillas de la operación; en cualquier momento la tropa regular atacaría, y su misión sería acabar con esos desgraciados. En cuanto se escucharon las primeras explosiones los secuestradores intentaron hacerse de sus armas y salir del lugar: justo en ese instante el soldado salió de dentro de la muralla y acribilló a todos, sin que alcanzaran a darse cuenta de lo que les había sucedido. Sus superiores nuevamente habían tenido la razón, gracias a mantener el contacto con sus padres y fortalecido el vínculo, había conseguido una pócima que le permitía entrar al espesor de las murallas, lo que lo hacía totalmente inubicable.

miércoles, mayo 07, 2014

Maquillaje

En las postrimerías de la vida, Raquel insistía en maquillarse exageradamente. La mujer de 84 años podía pasar hambre, tener sed, estar enferma, triste o sola, pero nada la sacaba de su ritual de maquillaje matinal. Lápiz labial rojo brillante, base rosada, sombra de ojos color casi celeste y delineador grueso terminaban con su cara marcada como para un show de rarezas de televisión, cosa que hacía extremadamente feliz a la añosa mujer, quien se paseaba orgullosa por su casa y por el barrio, cuando debía salir de compras al almacén de la esquina. Ni los ruegos de su familia, ni los consejos del sacerdote, ni las burlas de algunos desalmados lograban convencer a la mujer de maquillarse de un modo más normal, y de dejar de gastar casi un cuarto de su exigua jubilación en maquillaje.

Esa tarde Raquel veía las noticias con tranquilidad, pues ya estaba bien maquillada, y ese día el dinero le había alcanzado para comprar un pan y una mermelada, así que hasta podría almorzar. De pronto el noticiario anunció lo que todos temían, y que ella sabía que tenía que ocurrir; luego de ver en todos los canales y asegurarse que no había lugar a dudas, partió a su dormitorio a buscar su maleta de maquillaje.

Raquel estaba sentada en la mesa del comedor, retocando su maquillaje. El dolor en su abdomen se hacía cada vez más insoportable, pero no podía morir sin retocar su maquillaje por última vez. Luego de ver las noticias, sacó de su maleta de maquillaje el veneno para ratones, lo mezcló con mermelada y se lo comió con pan, para luego terminar de tragar con el resto de paquete de mermelada. Raquel estaba cada vez más débil y adolorida, pero no cejaba en su lucha por maquillarse exageradamente como siempre; sólo cuando el espejo mostró el rostro que ella quería ver, se pudo dejar caer al suelo para empezar a vomitar sangre y morir finalmente asfixiada.

Cinco minutos más tarde, la debacle empezó. La puerta de la casa de Raquel fue arrancada de cuajo; en cuanto vieron su cadáver, todos se acercaron a ella, pero en el instante de levantar su cabeza, los zombies se encontraron con el rostro más horrible que podrían haber imaginado. Era tal el nivel de terror que causó en todos los monstruos la bizarra mezcla de colores, que ninguno se atrevió a devorar el cada vez más seco cerebro de la horrible Raquel.

jueves, mayo 01, 2014

Paranoia

—Siento que nos están mirando Alberto.
—Estás paranoica mujer, desde que te pusiste a leer esas tonteras de teorías de conspiración crees que hasta la ampolleta del refrigerador es una cámara espía del gobierno.
—Alberto, sé que he estado un poco asustadiza este último tiempo, pero esta sensación es… distinta.
—¿Distinta? ¿Ahora nos miran con cámaras con rayos láser que traspasan las paredes, a eso te refieres con distinta?
—No Alberto, mi sensación al respecto es distinta.
—Ah, tu sensación… ¿qué sientes, que metieron mini cámaras en el agua que te tomaste y ahora te graban desde dentro?
—Ya no se puede hablar contigo, viejo de porquería.
—Es que cansa escucharte todos los días con la misma cantinela. ¿Quién podría querer espiarte mujer? ¿Acaso tienes algún secreto tan importante que el gobierno quiera tener?
—Alberto, yo creo que mi secreto es importante, mal que mal…
—¿De verdad crees que porque morí hace dos años y lograste contactarte conmigo, y mantener ese contacto,  eres especial? Ni te imaginas la cantidad de médiums de oficinas de gobiernos que molestan a cada rato a las almas que están acá conmigo.