Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, mayo 27, 2015

Retorno

—¿Qué será de nosotros mañana?
—No hay nosotros, no hay mañana.

La mujer se puso de pie, y sin atisbo de sentimiento alguno sacó de entre sus ropas su revólver calibre .38 y le disparó a la cabeza al hombre que por siempre había amado.

Media hora después la mujer había limpiado la sangre y los restos de cerebro, piel y hueso que habían quedado esparcidos por doquier, había lavado la piel y el cabello del cuerpo, y había dejado todo inmaculado, a la espera que el tiempo siguiera su curso, y el destino su plan establecido. La mujer imaginaba todas las historias que intentaban explicar el paso del alma del cuerpo terrenal al plano más allá de los sentidos, y cual más, cual menos, todas describían un viaje, basados en la historia y raíces de cada civilización y cultura. Luego de dejar todo como estaba antes del homicidio, la mujer preparó algo de comer, cenó, leyó un rato, y finalmente presa del cansancio, se acostó a dormir, al lado del cadáver de su amado.

Cinco horas más tarde el reloj despertador le recordó que la vida debía seguir. La mujer se duchó, se secó, y se sentó a esperar al lado del cuerpo. Justo a los treinta minutos sonó una nueva alarma.

La cabeza del cadáver empezó a crujir. Una serie de vibraciones hicieron presa del cuerpo, mientras el cráneo parecía expandirse y contraerse ruidosamente, mientras abundante sangre coagulada escapaba por los agujeros de entrada y de salida del proyectil, misma que la mujer limpiaba con paciencia y esmero. De pronto empezó a formarse hueso, que cubrió los agujeros, sobre los cuales de inmediato empezó a crecer piel y pelo.

A los pocos segundos un espasmo recorrió el cuerpo completo, partiendo por la cabeza y extendiéndose bruscamente hasta los pies del hombre, quien de improviso abrió los ojos, volviendo a la vida. En cuanto vio a su compañera al lado, el hombre la abrazó, la acarició y la besó, para luego dar rienda suelta a todos los deseos que parecían haber vuelto con él a la vida.

El hombre dormía plácidamente. La mujer, luego de despertar, sacó comida para ambos del refrigerador y la calentó en el microondas; cuando él despertó, comieron juntos, para luego acostarse a reposar abrazados.

Una hora más tarde, la mujer se sentó en la cama, llorando. Con rabia abrió el velador y metió en la recámara de su revólver la bala que debería utilizar media hora después para matar a su eterno retorno. En la única oportunidad en que se negó a cumplir con su deber, más de treinta inocentes terminaron despedazados por el monstruo en que se convertía su amado luego de veinticuatro horas de haber muerto. La naturaleza le había enseñado por las malas que el costo de la vida eterna, era eterno.

—¿Qué será de nosotros mañana?

miércoles, mayo 13, 2015

Modelo

Gruesas gotas rodaban presurosas por su rostro, cayendo al vacío luego de recorrer sus mejillas y su mentón. A esa hora no sabía si la lluvia o sus lágrimas eran el principal afluente de ese húmedo torrente, que en nada se lograba comparar con el descontrolado vendaval de ideas que se acumulaban en su cabeza. Cuando pasó una de sus manos por su rostro para secarlo, el líquido rojo que vio en ella le aclaró el origen de lo que estaba sintiendo.

La joven modelo había sido contratada para promocionar vehículos del año en una automotora de lujo, ubicada dentro de un centro comercial de varios niveles. La muchacha destacaba, además de su belleza, por su gran estatura, que se veía mayor aún gracias a los tacos de quince centímetros que iban incluidos en la tenida facilitada por la compañía. Su trabajo era pararse frente al vehículo sin cansarse, y cuando aparecieran las cámaras, sentarse al volante y mostrar el tablero y los interiores del mismo; pese a que lo suyo era la pasarela, no le incomodaba participar en esos eventos, más aún a sabiendas del sueldo que recibiría.

Faltando diez minutos para la presentación del vehículo, la modelo empezó a retocar su maquillaje y a reordenar su peinado. En cuanto vio que el espejo se movía con una suave pero persistente cadencia, se dio cuenta que estaba temblando, y prefirió salir de la sala de maquillaje por si el movimiento aumentaba mucho de intensidad. En la sala de exhibición se notaba el nerviosismo en unos cuantos, que se acercaron de inmediato a las escaleras para asegurarse una vía de escape, mientras otros seguían con sus actividades, ignorando el leve temblor.

Un par de minutos después el temblor seguía igual de leve que al principio, pero sin detenerse. De pronto un guardia se acercó nervioso al organizador del evento, y le comentó a viva voz que fuera del centro comercial no temblaba, por lo que había llamado a la policía y a sus jefes, quienes le ordenaron suspender la actividad y evacuar a todos los asistentes y público en general. De improviso las puertas de acceso al mal se cerraron brusca y automáticamente, aislando el lugar. En esos momentos el temblor aumentó su intensidad, provocando una estampida del público hacia las salidas, que sólo logró aplastar a los más veloces contra las infranqueables puertas, presionados por los más lentos que luchaban como todos desesperados por salir.

La joven modelo no entendía qué estaba sucediendo, y junto con sus compañeras intentaba mantenerse alejada de puertas y vidrios. De pronto el techo estalló en mil pedazos, provocando una lluvia de líquido refrigerante de los sistemas de aire acondicionado, agua de las cañerías, y miles de trozos de vidrio templado de distintas formas y tamaños, que empezaron a dar cuenta de algunos, y lesionar de diversa gravedad a otros.

La muchacha limpiaba la sangre de su frente, producto de las esquirlas que habían caído en su cuero cabelludo. Mientras ella miraba para todos lados sin saber qué hacer, una brusca explosión en el suelo, justo por debajo de donde se encontraban los modelos del vehículo que se presentarían en dicha ocasión, la lanzó a ella, los vehículos, y al resto de quienes se encontraban en el lugar, a metros de distancia, dejando a muchas gravemente heridas y al resto muertas. La joven pudo incorporarse mareada, con la visión borrosa y los oídos abombados. En el lugar en que estaba previamente, un ser enorme de forma aparentemente humanoide y con una presencia que espantaba per se, pulverizaba con su mente cada vehículo y a cada persona que llevara el nombre del modelo en sus vestimentas. Instintivamente la joven se desnudó, salvando su vida sin entender bien lo que estaba sucediendo; entre los escombros, el diseñador de la marca agonizaba, mientras recordaba a aquel amigo medio esotérico que le repitió una y mil veces que no había peor idea que utilizar el nombre del demonio B’aal para denominar una creatura mecánica.

miércoles, mayo 06, 2015

Raquel

La niebla avanzaba rauda sobre la ciudad, ocultando miradas, sonrisas, abusos y luces, dejando a la vida sumida en una suerte de brillante y húmeda oscuridad, que a su vez parecía suspender el tiempo en el segundo que cada cual estaba sufriendo en ese instante. En cualquier parte de esa nube de invisibilidad, Raquel caminaba paseando su coche cuna.

Raquel era una muchacha que se veía mucho menor y más inocente que lo que la realidad afirmaba. Su rostro casi angelical pero inexpresivo apuntaba siempre al frente, y sus claros ojos parecían no tener vida; aquellos que se cruzaban con ella en medio de la niebla, juraban haber visto un fantasma.

La niebla a esas alturas de la noche parecía tener vida propia: se movía entre edificios y arboledas, subía o bajaba antojadizamente, se concentraba en un lado de la calle y se disipaba en el otro, para luego cruzar e invertir la imagen, dejando a los pocos que deambulaban a esa hora sin saber a qué atenerse. Pero nada de ello parecía alterar a Raquel, quien seguía caminando y paseando su coche cuna.

Sentado a un lado de la realidad, apoyado en la muralla y comiendo un pan con algo, fruto de parte de las limosnas obtenidas en un día entero de deambular por entre los afortunados, un vagabundo descansaba sus hinchadas piernas y miraba el mundo de noche, ese mismo que le había quitado todas las oportunidades que alguna vez él había desaprovechado, y se sentía satisfecho de todo lo que le había sucedido, pues gracias a sus errores ahora dependía de la generosidad de los mismos que directa o indirectamente le habían cerrado las puertas alguna vez. Mientras devoraba lentamente su pan, vio como de pronto una niebla invadió el lugar en que se encontraba, acortando su rango visual a escasos metros, y sumiéndolo en un incómodo frío. En medio de esa extraña y fría niebla, la silueta de una mujer llevando un coche cuna casi lo paralizó, sin que la mujer notara siquiera su presencia, tal como casi todo el resto de la humanidad.

Raquel caminaba despreocupada llevando delante de ella el coche cuna. Esa misma despreocupación la había hecho cruzar en una esquina cincuenta años atrás, sin fijarse en el camión que aplastó y arrastró por al menos una cuadra su coche cuna y a su bebé de seis meses hacia la muerte y la destrucción. Desde ese entonces la vida de Raquel dejó de avanzar, dejándola congelada en los diecinueve años de vida, y condenándose a pasear para siempre a su bebé muerto. El vagabundo pudo ver, antes de huir despavorido, que la niebla se fue junto con Raquel, y que a la distancia tenía una inequívoca forma de un bebé gigante, revoloteando y conteniendo a su sufriente madre.