Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, marzo 20, 2019

Bramido

Era una soleada mañana de verano, típica del mes de diciembre. El espíritu navideño tenía poseídos a todos en el trabajo, y la decoración les recordaba a todos la época del año. Esa mañana uno de los oficinistas estaba extrañado, pues por una de las ventanas que daba a un patio luz se escuchaba un bramido grave, como de ultratumba, que inundaba todo el ambiente. Al principio era bastante suave, pero con el pasar de las horas empezó a subir en intensidad, hasta hacerlo desconcentrarse del todo en su trabajo. Por lo que veía no había más salida que ir al patio luz a buscar qué hacía tanto ruido a esa hora de la mañana.

El hombre salió al patio luz, cuidando de dejar bien abierta la puerta por si se encontraba con alguna sorpresa desagradable. Al salir al iluminado lugar empezó a escudriñar; de pronto vio que dos enormes ojos lo miraban temerosos. El hombre se agachó con cuidado, y se encontró de frente con algo de forma esférica y color tierra, que tenía dos grandes ojos, sin extremidades, con un remedo de nariz y sin una boca visible. El hombre temeroso acercó una de sus manos al extraño ser que de inmediato rodó hacia ella para apoyarse y empezar a emitir una especie de ronroneo. Sin pensarlo dos veces el hombre lo tomó y se lo llevó a su oficina.

El hombre miraba extasiado y sorprendido al extraño ser, quien también lo miraba curioso. El hombre tenía al extraño ser en el primer cajón de su escritorio que tenía entreabierto para que el ser pudiera mirar y respirar sin problemas. El hombre cada tanto metía su mano al cajón y acariciaba al ser quien respondía con un suave ronroneo; de pronto el hombre sintió ganas de ir al baño, por lo que cerró casi por completo el cajón, dejando un pequeño espacio para que entrara aire y luz y el ser no se sintiera secuestrado ni asfixiado.

El hombre se estaba lavando las manos en el baño. De pronto escuchó el mismo bramido que escuchó en la mañana, y un grito desgarrador de mujer; el hombre corrió presuroso a su oficina a ver qué había pasado. Al entrar se encontró con una escena de película de terror: una joven secretaria se encontraba tendida en el suelo llorando de dolor al lado de una posa de sangre; sobre su escritorio se encontraba el pequeño ser ronroneando, con la mano derecha de la secretaria en su enorme y ensangrentada boca.