Lee buen lector. Si sabes interpretar en este escrito encontrarás mis más ocultos sueños… y dolorosas pesadillas.
Subterráneo
“Siempre he soñado vivir en un subterráneo que tenga sólo una salida hacia la superficie, pero que no parezca salida. Que sea un hogar con todo, pero bajo tierra. Amplio, de varios pisos, quizás hasta con una mini cancha de lo que sea, con algún buen sistema de ventilación y recambio de aire… pero bajo tierra. Que me impida saber cuando sale el sol y cuando se oculta, o que permita que sea sorpresa…. Cuando quiera salgo y veo que es lo que hay. Cuando quiera lo ilumino y es día, y si quiero lo oscurezco y es noche… o un día lúgubre. Tengo lo que se me antoja, cuando algo se acaba salgo a comprar como un ser humano común y corriente, y vuelvo a mi subterráneo…”
Hace una semana (supongo) que no salgo. Regulo mis ciclos circadianos a mi gusto y necesidad. Hago cosas todas las horas que quiero, si me da hambre como, y al cansarme elijo un lugar, el que sea, y duermo. Extrañamente echo de menos al sol y a la luna. Ese que tanto lastimaba mis ojos años atrás, que me quemaba en verano y se escondía temprano en invierno; aquella que no podía ver todas las noches en su esplendor por la gran cantidad de edificios que pueblan mi ciudad, o que era escondida en el invierno por la lluvia y sus nubes…
La señal de radio y televisión ya no llegan hace 5 días; en realidad no me preocupa mucho, estoy cansado de las mismas porquerías de siempre. Lo que me tiene algo alterado es la falta de internet, pero ni tanto. Dejaron de llegar correos hace 10 días, pero estaba tan abocado en disfrutar mi paraíso que no le di ninguna importancia. Ahora que intento conectarme no encuentro servidor…
Aún me queda comida, energía y combustible para una semana, pero la curiosidad me está matando. Ni siquiera recibo interferencia en la radio o en la televisión. Puedo seguir sobreviviendo pero…
Estoy listo. Vestido según la estación del año, cómodo, no llamativo. Subo las escaleras, intento abrir la puerta, algo la traba… luego de mucho empujar (e insultar) la puerta logro que ceda. Sólo alcanzo a ver el cielo rojo cuando siento incendiarse mi…