Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, julio 06, 2025

Sombras

El hombre veía sombras por doquier. Hacía tiempo ya que estaba con esa extraña sensación de no estar nunca solo, y de que algo o alguien sin cuerpo lo protegía. El cura le dijo que era su ángel de la guarda, la señora de la verdurería le dijo que tenía mal de ojo, y el almacenero le dijo que estaba loco, que su hermano había empezado igual y había terminado asesinando a su madre (quien por lo demás trabajaba en el mismo almacén). El hombre había intentado buscar respuestas, pero al final se había aburrido y simplemente se dejaba llevar por ese algo que no le importunaba la vida.

Esa tarde el hombre decidió irse caminando a su casa, pues necesitaba relajarse luego de una jornada de discusiones sin fin con sus compañeros de trabajo. La caminata le era agradable, pues por el lado del camino había un enorme parque lleno de árboles y fauna urbana que adornaba el lugar; luego de dos cuadras caminando por el pavimento decidió cruzar la calle e irse por esa isla de naturaleza en medio de la urbe.

Quince minutos más tarde había un grupo de hombres bebiendo en medio del parque, por lo que el hombre decidió alejarse de ellos; sin embargo al verlo los hombres se pusieron de pie y lo rodearon. Antes de empezar a golpearlo le gritaron que lo que le pasaría se lo había ganado por hacer pasar un mal rato a sus compañeros de trabajo. El hombre sólo atinó a agacharse, cerrar los ojos y esperar a que todo terminara rápido; sin embargo durante toda la golpiza no sintió nada. Luego de cinco minutos golpeándolo, los hombres terminaron cansados, sudados y adoloridos; el hombre mientras tanto simplemente se enderezó y siguió su marcha, sin entender bien qué era lo que había pasado.

A la mañana siguiente el jefe estaba en la puerta de la oficina; al verlo se sorprendió, pues era el único que había llegado. Al preguntar por sus compañeros, el jefe le dijo que todos habían terminado en sendos servicios de urgencia luego de recibir brutales golpizas de golpeadores invisibles, pues todos los testigos concordaban en que los moretones aparecieron de la nada en rostros y cuerpos de las víctimas, quienes llegaron a las urgencias con narices quebradas y dientes sueltos, sin agresores identificados.

Esa tarde el hombre pasó a ver a su abuela materna, señora de ciento un años, con todo el peso de la vida en su espalda por lo encorvada que la tenía. En cuanto lo vio la anciana abrazó al hombre, metió su mano en la pretina del pantalón, como lo hacía desde que el hombre tenía uso de razón. En cuanto la anciana se dio cuenta que aún seguía en el lugar el amuleto que cargaba las almas que protegían al hombre se tranquilizó: al parecer la agresión no había sido tan grande como para perder a sus guardianes, por lo que no era necesario renovarlos otra vez.