Esa
mañana el joven ejecutivo había amanecido cansado. El joven
entendía que a los treinta y dos años, y luego de haber dormido
casi doce horas no era normal despertar cansado, pero esa mañana
apenas se podía el cuerpo. En su estómago reposaban cuatro tazas de
café que sólo habían logrado agravar su gastritis, sin que le
hubieran hecho efecto alguno en el ánimo.
A
las once de la mañana sus compañeros de trabajo lo había
despertado en cinco ocasiones; el joven ya no sabía qué hacer, y lo
peor de todo era que su jefe parecía estar sospechando algo. De
hecho el hombre se acercó al cubículo del joven, y le pasó una
carpeta de una anciana que llevaba meses solicitando un crédito de
consumo y a la que siempre le faltaba algún certificado para
concretar el préstamo; el joven miró la carpeta, intentó
desperezarse para entender el problema de la señora y darle la mejor
solución posible.
Quince
minutos más tarde y luego de otro episodio de sueño profundo de
ocho minutos, el joven llamó a la anciana. La señora se sentó, y
se quedó mirando fijamente al muchacho, quien empezó a hablarle de
los papeles que le habían faltado la última vez, mientras sus ojos
empezaban a cerrarse. La mujer puso su arrugada y enjuta mano sobre
la del ejecutivo, quien la miró sorprendido. En ese instante cayó
en una especie de sueño profundo y muy vívido, que lo dejó
perplejo.
En
su sueño el hombre veía a su ex pareja, ataviada con un vestido
estilo flamenco rojo y negro. Su boca estaba abierta mientras estaba
de pie frente a él, quien también tenía su boca abierta. De la
boca del joven salía una especie de luz celeste, que entraba a la
boca de la mujer. De pronto apareció una joven mujer ataviada con
una túnica corta blanca y una espada cubierta de fuego, con la que
golpeó a la ex pareja del joven, quien desapareció en el acto. En
ese instante el ejecutivo despertó de su breve sueño; el hombre ya
no estaba cansado, parecía haber recuperado todo el ánimo que había
perdido hasta ese momento. Al ver el rostro de la anciana, pudo
reconocer las facciones de la joven con la espada de fuego.
Diez
minutos más tarde, la anciana salió del banco con el crédito
aprobado, y con el dinero en el bolsillo. El joven estaba más
despierto que nunca, poniéndose al día de todos sus pendientes,
feliz por haber sido curado de su sueño por la anciana, aunque sin
entender el cómo. Por su parte su jefe miraba a la bruja guerrera
salir del banco con su dinero. En un instante sus miradas se
cruzaron, y ambos se hicieron una venia, en recuerdo de viejos
tiempos en común.