Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, mayo 18, 2025

Mascotas

Caronte. Cerberus. Estigia. Hades. La fascinación por los seres del averno hacía que el hombre le colocara esos extraños nombres a sus mascotas. Caronte y Cerberus eran dos perros callejeros que se habían metido un día a su casa por un hueco en la reja y desde ese entonces se habían adueñado del antejardín y del corazón del hombre, que amaba a los animales más que a cualquier ser humano. Estigia por su parte era una gata enorme, casi tan grande como sus hermanos perrunos, que fue dejada colgada en la rama de un árbol dentro de una bolsa cuando tenía apenas horas de haber nacido. El hombre agradecía que el dueño hubiera decidido dejarla ahí y no haberla ahogado o algo peor; la gata era la dueña de casa, dormía dentro del dormitorio del hombre, generalmente en su cama o en algún otro mueble que decidía según su estado de ánimo. El cuarteto lo completaba Hades, un enorme cuervo que un día lo siguió volando desde la feria, y que se quedó en la casa sin pedir nada a cambio más que la compañía del hombre y sus animales, a quienes ya consideraba su bandada.

La casa era vieja, mal mantenida, la pintura estaba resquebrajada y deslucida, los postigos de las ventanas colgaban con bisagras menos, dándole al lugar un aire de película de terror. Eso al menos pensaron los cinco delincuentes que esa noche decidieron entrar por la fuerza al lugar.

El hombre despertó sobresaltado al ver cinco rostros mirándolo en la madrugada en su cama. Luego de un breve forcejeo los cinco hombres lo maniataron y lo dejaron en la misma cama. Grande fue su desilusión al ver a sus perros caminando al lado de los delincuentes, dejándose inclusive acariciar por los pelafustanes. Mientras tanto la gata seguís durmiendo sobre la cama a su lado sin dar señales siquiera de despertar. El cuervo no estaba por ninguna parte.

El hombre yacía resignado en su cama. De pronto el sueño lo invadió y empezó a cabecear, dando rápidamente paso a un extraño sueño. En él, el hombre veía cómo Caronte aparecía con su bote para llevarse a los delincuentes, quienes eran azuzados por Cerberus, cuyas tres cabezas ladraban y mordían independientes una de otra. De pronto en el suelo apareció un curso de agua: el río Estigia, por el cual navegaría el bote para llevarse a los criminales. Al fondo se veía un ser enjuto y pequeño, pero cuya presencia hizo gritar a los delincuentes: Hades, el dios del inframundo, los estaba esperando para darles la bienvenida al infierno. En ese instante escuchó pasos, alguien tomó con firmeza el picaporte de la puerta, y luego de gritar en voz alta “policía”, entró junto a dos uniformados más, todos con sus armas en las manos. Luego de soltarlo le dijeron que un vecino los había llamado, y que necesitaban que los acompañara para explicar lo que había pasado.

Los cinco delincuentes yacían apiñados en el recibidor de la casa, muertos. Los cadáveres estaban llenos de mordeduras por todas partes de sus cuerpos. Todos tenían además cuatro arañazos en paralelo en uno de los lados de sus cuellos, que había sido el golpe mortal para ellos; además, todos estaban con las órbitas vacías, sin ojos. A medio metro de ellos estaban los dos perros moviendo sus colas con los hocicos ensangrentados, mientras la gata se lamía una garra que estaba roja por la sangre fresca. Detrás de ellos estaba el cuervo protegiendo los diez ojos que le había sacado a los delincuentes. Después de esa noche, la casa fue declarada maldita por el ideario popular, y nunca más nadie intentó entrar al hogar del hombre y sus mascotas.