Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, junio 01, 2025

Barra

La añosa mujer estaba sentada en la barra del bar bebiendo un whisky doble sin hielo. A su lado dos muchachas bebían tragos de coctelería con jugos de fruta. Más allá un hombre de mediana edad bebía una cerveza. Mientras tanto, el bartender miraba a sus clientes en silencio.

Dos horas más tarde la mujer añosa y el hombre seguían bebiendo la tercera ronda de sus respectivos tragos; las muchachas se habían ido, y en su lugar cuatro jóvenes bebían cerveza mientras bromeaban acerca de los comensales del bar. Para ellos, la señora añosa era la “vieja borracha” o la “vieja ruda” y el hombre era el “maricón borracho” o el “niñita”; ninguno de los dos tomaba en cuenta a los jóvenes.

Una hora más tarde los primeros comensales ya iban empezando su quinta ronda, mientras que los jóvenes estaban tomando su tercera cerveza, completamente ebrios. De pronto uno de ellos se puso de pie y empezó a molestar abiertamente a la anciana, quien simplemente giró su piso para no tomar en cuanta al muchacho ebrio; éste, sin embargo se volvió a parar frente a la mujer. En ese momento el hombre se puso de pie; antes de poder avanzar notó que la manga de la anciana se subió un poco, dejando ver un tatuaje que de inmediato reconoció. El hombre sonrió, miró el rostro de la anciana, y se volvió a sentar. Por su parte el bartender vio la escena, y se sentó en su piso a ver el espectáculo que estaba por empezar.

El muchacho siguió importunando a la anciana; en ese momento la mujer se puso de pie, se sacó el chaleco dejando ver una espalda bastante ancha y voluminosos brazos. En su brazo derecho tenía tatuado un ancla delante de un corazón, y una frase en latín. Los amigos del muchacho, al ver lo que hizo la señora también se pusieron de pie; uno de ellos tocó el tatuaje del brazo de la mujer, terminando en el suelo con la nariz quebrada por un poderoso gancho de izquierda. En ese momento los amigos del ebrio se lanzaron sobre la señora, terminando todos en el suelo con los rostros hinchados y dientes menos. Al terminar la pelea, el hombre de la barra y el bartender se pusieron de pie, tomaron a los muchachos y los lanzaron fuera del bar.

Cuatro de la mañana. El cocinero del bar estaba aburrido de esperar. En la barra, la mujer añosa, el hombre y el bartender conversaban animados acerca del pasado. Todos estaban con los brazos descubiertos dejando ver el mismo tatuaje. El problema era que el cocinero ya había visto hace años el tatuaje del bartender, lo buscó por internet y descubrió que era un tatuaje de la marina de inicios de la Primera Guerra Mundial, y que todos quienes lo portaban habían muerto cuando el barco fue hundido a principios de 1917. El cocinero de pronto escuchó un barullo; al asomarse vio que los dos hombres se pusieron de pie y se cuadraron ante la mujer, quien respondió el saludo, luego de lo cual los tres se desvanecieron en el aire. El cocinero empezó a buscar los candados pues esa noche él debería cerrar el bar, sin olvidar que al día siguiente no debería hacer ninguna pregunta cuando apareciera de nuevo el bartender.