Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

martes, septiembre 20, 2016

Músico

El viejo músico camina lo más rápido que puede para llegar a tiempo a su presentación. Sus cansadas piernas se mueven cada vez con más dificultad, haciendo de sus viajes jornadas interminables de crujidos en rodillas y caderas e hinchazón en sus pantorrillas; así, hacía ya más de diez años que acostumbraba llevar un piso plegable para tocar sentado, pues pese a considerar que limitaba su actuación, le era imposible hacerlo de otro modo sin causar lástima en quienes deberían disfrutar sus presentaciones.

El viejo músico por fin pudo dar con el lugar donde debía actuar. El lugar estaba lleno de personas que conversaban animadamente, dejando el escenario desocupado, en donde de inmediato se ubicó para empezar a instalar sus instrumentos y pistas de apoyo. El trabajo estaba algo escaso, pero gracias a décadas de actuaciones responsables y ordenadas, siempre había alguien dispuesto a pagar por sus servicios. Pese a su lentitud, sus dolores, y la dificultad para encontrar el lugar, había llegado a tiempo suficiente para empezar a la hora pactada.

El viejo músico instaló su piso plegable, y abrió su maleta con ruedas para empezar con la tediosa tarea de instalar amplificación, cables, micrófonos, atriles, y todo lo necesario para empezar a actuar. En algunas ocasiones la gente que lo contrataba lo ayudaba a instalar todo para comenzar a la hora con la actuación, pero ese día nadie parecía tomarlo en cuenta; de todos modos ello no era impedimento para tener todo a tiempo para hacer su trabajo tan bien como lo hacía desde que empezó su carrera musical.

El viejo músico dejó para el final la maleta principal. Al abrirla, no pudo dejar de impresionarse, como cada vez que hacía ese ritual, de la guitarra que llevaba con él cerca de medio siglo y que parecía sonar mejor con cada actuación. Con sumo cuidado la sacó, la acostó sobre su piso plegable, para luego de limpiar el casi inexistente polvo de su superficie sacar un diapasón metálico para revisar la afinación del instrumento: pese a tener bastante tecnología dentro de su maleta, no cambiaba el diapasón por un afinador electrónico a pilas. Luego de comprobar que todo estaba listo, se sentó en el piso, encendió la amplificación, colocó el cuerpo de la guitarra sobre su pierna derecha, y se dispuso a empezar a actuar. Justo en ese momento notó algo raro en el escenario.

El viejo músico miraba con tristeza el escenario. En él había un ataúd, que se encontraba rodeado por colegas de siempre y sus familiares más cercanos; sobre la tapa descansaba su guitarra de madera, silente y lista para emprender el viaje final con su dueño. Con lágrimas en sus ojos el viejo músico comenzó a tocar su canción favorita, para despedirse de su cuerpo e iniciar el viaje que nunca supo que ya había iniciado.