Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, marzo 23, 2025

Aprendizaje

La mujer intentaba conversar con tranquilidad con su interlocutor sin explotar de rabia. Hacía meses que se había hecho amiga de un desconocido en un bar, del cual casi no sabía nada, pero con quien le gustaba conversar pues el hombre era bueno para escuchar. Sin embargo, con el paso del tiempo algo estaba cambiando en su modo de expresarse, y ello estaba llevando la mujer a su límite de tolerancia.

El hombre parecía ser mayor que la mujer; sin embargo, ambos tenían la misma edad, pero las vicisitudes de la vida lo habían impactado lo suficiente para envejecerlo físicamente. Además, el hombre también parecía más viejo mentalmente, pues su bagaje cultural era infinitamente mayor que el de la mujer. En un principio de la relación el hombre era condescendiente con la mujer, le escuchaba todo y trataba luego de darle algún consejo que él sintiera adecuado, lo que la mayoría de las veces era acertado. Pero esos últimos dos meses su trato estaba cambiando, y parecía cada vez aguantar menos las quejas de la mujer, haciéndola sentir a veces como una tonta, cosa que ya la estaba hartando.

Esa noche la mujer empezó a contarle al hombre una situación banal sufrida por una compañera del trabajo. El hombre la miró, guardó silencio algunos segundos, luego de lo cual le dijo directamente que su amiga era estúpida, y lo que le había pasado era lo que merecía una estúpida. La mujer no aguantó más, miró con odio a su amigo y le dijo que era un insensible, a lo que el hombre respondió que la sensibilidad era irracional, y que eso era una de las cosas que estaba limitando la evolución de la raza humana. La mujer sin pensarlo se puso de pie y se fue del lugar, no sin antes lanzarle el contenido de su vaso a la cara e insultarlo a viva voz.

Media hora más tarde el hombre ya se había secado el rostro y la ropa, y había comprobado que la mujer lo había bloqueado de toda forma de comunicación electrónica, incluyendo el teléfono. En ese instante una muchacha que parecía muy joven se sentó a su lado con una copa de un trago dulce. La mujer lo miró en silencio, y le preguntó si había entendido su error. El hombre bebió un gran sorbo de su destilado, empezó a recordar una tras otra todas sus reencarnaciones, y que en todas había pasado decenas de veces lo mismo. El hombre entendía que quería ayudar a la raza humana, pero que su sabiduría era tal que tarde o temprano se aburría de la nula evolución de la gente del planeta, por lo que terminaba diciendo lo que realmente pensaba y cómo lo pensaba. Luego de tragar su bebida respondió con un sí; la mujer luego le preguntó si ahora había entendido que debía cambiar a lo que el hombre de inmediato respondió que sí. Finalmente la muchacha le preguntó si cambiaría; media hora más tarde el hombre bajó la mirada, terminó su trago y pidió la cuenta.