Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, junio 29, 2025

Estudio

La muchacha miraba un papel blanco mientras un hombre frente a ella la miraba a los ojos mientras pensaba en un número del uno al diez. La muchacha era una estudiante universitaria con problemas económicos, quien hacía trabajos esporádicos para ayudar a la familia a solventar sus estudios. Dentro de las posibilidades encontró una tarde un anuncio de la escuela de psicología en que solicitaban voluntarios pagados para un estudio clínico. Luego de asegurarse que no le meterían ninguna droga a su cuerpo, se inscribió a ver qué pasaba. Al llegar a la inducción, se enteró que era una especie de estudio para determinar las eventuales capacidades extrasensoriales en personas al azar. La muchacha no entendió mucho, pero como la paga era adecuada y el trabajo fácil, no se cuestionó más y se integró al estudio.

Las sesiones duraban cerca de una hora tres veces por semana, y todas eran parecidas: le pasaban un papel blanco, un investigador pensaba en un número y los sujetos intentaban adivinarlo. La muchacha hasta ese entonces no había logrado ningún acierto, pero ello no le importaba en la medida que le pagaran.

Esa tarde la muchacha salió un poco más tarde pues se quedó a estudiar luego de la sesión en la biblioteca. Al salir de la reja no se dio cuenta de un ciclista que venía a alta velocidad por la vereda que la impactó botándola al suelo para luego golpearse en la cabeza. Luego de la caída y la posterior gritadera entre ambos, la muchacha se fue a su hogar a curar rasmillones y manejar el leve dolor de cabeza que le quedó luego del golpe.

La muchacha estaba asustada. Al llegar al estudio el día siguiente pudo adivinar todos los números pensados por los investigadores; de hecho al mirar a las otras mesas también fue capaz de adivinar los números pensados por los otros investigadores. El problema fue que al levantarse a entregar su cartola al investigador jefe, leyó en su mente intenciones de asesinarla camino al paradero de buses. El hombre le devolvió la mirada, y simplemente anotó algo en su hoja de registro de la jornada.