Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, junio 22, 2025

Rapero

El muchacho había subido esa tarde al octavo bus a rapear para conseguir algo de dinero. El quinceañero carecía de talento, tenía una voz aguda y muy desafinada hasta para hablar; sus letras no rimaban y su métrica era peor. Luego de terminar su pseudo show no consiguió ni siquiera una moneda de diez pesos, tal y como le había ocurrido en las otras siete máquinas. Desanimado, hizo parar un bus que lo acercaba a su casa, le pidió permiso al chofer para viajar sin pagar, y pese a su negativa, el muchacho se instaló en un asiento a esperar llegar a su casa.

A las diez de la noche el bus recién llegó al paradero que le servía al muchacho. Luego de intercambiar insultos con el conductor el muchacho empezó a caminar desganado a su casa, mordiendo la rabia por no haber conseguido ni un solo peso en su aventura. Lo peor era que había faltado al colegio para hacer el circuito, y lo más probable era que al llegar al hogar su abuela, la mujer que lo criaba y lo cuidaba, lo regañara por no ir a clases y por no llevar dinero a casa. El muchacho estaba agobiado por su mala suerte: justo en ese momento vio aparecer dos sombras delante de él, y al mirar a su espalda vio aparecer otra más que le cortaba el paso a una eventual huida.

Los tres hombres rodearon al muchacho. Los tres sacaron armas blancas tipo daga de doble filo, apuntando a la cabeza del adolescente, quien temblaba de miedo. Los tres mantuvieron sus armas paralelas al suelo sin tocar a cabeza del muchacho, mientras recitaban una especie de rezo en un idioma extranjero que sonaba raro, como antiguo o en desuso. Luego de terminar de recitar los hombres guardaron las armas y desaparecieron en las sombras.

Dos años después el muchacho se había convertido en un rapero de fama internacional. Con dos discos editados a su haber, había amasado una suficiente fortuna para ayudar a su abuela, sus padres que aparecieron luego de haberlo abandonado de pequeño, y a decenas de familiares que aparecían casi de la nada. El muchacho se había convertido en un triunfador luego del episodio con los hombres, lo que pese a no lograr entender, agradecía cada noche en sus intentos de oraciones.

Esa tarde el rapero subió a un bus, más que nada para recordar viejos tiempos. Dos cuadras después subió un joven dos años menor que él a rapear para conseguir dinero. El joven tenía el mismo talento que él hasta antes del episodio; el rapero se puso de pie, sacó un fajo de billetes y le pagó una fuerte suma de dinero al conductor para que bajara por la fuerza al joven que lo incomodaba por su falta de talento.

El rapero bajó del bus y empezó a caminar por un parque. En ese momento tres sombras lo rodearon: el muchacho reconoció a aquellos que dos años atrás lo habían sacado de la pobreza; cuando el rapero se disponía a darles las gracias, los hombres sacaron sus dagas y las enterraron en puntos vitales del artista, acabando con su vida en el acto. En cuanto el alma se desprendió del cuerpo y vio a los seres, entendió que simplemente le estaban cobrando por su ceguera al no ayudar al muchacho del bus a emprender su mismo camino.