Historia de Sangre ©2007 Jorge Araya Poblete
Registro de Propiedad Intelectual Inscripción Nº 160719
Capítulo VII: Nombre
Dos meses llevaba la hembra viviendo con él. Estaba usando la vieja casa de madera que él había desechado pero que no quiso destruir, pues parte de su pasado estaba aún ahí. Ella no lo molestaba: comía su propia comida, mojaba y secaba su ropa (no lograba entender para qué), se mojaba y se secaba todos los días (lo que le parecía más incomprensible aún), estiraba su pelo repetidas veces en el día, y su mirada, pese a no ser de cercanía, ya no parecía de odio. Al parecer el hecho de estar cazando en otro pueblo dejaba a la hembra tranquila… de todos modos adonde cazaba ahora no había tantos problemas: como eran ciudades muy grandes, nadie parecía notar las desapariciones.Una mañana pasó algo extraño. La hembra estaba más cercana que de costumbre. Al mirarla ella abrió su boca e hizo un sonido que recordaba haber escuchado a su madre cuando niño:- Buenos días.Era extraño. Cuando un animal abría su boca rugía para marcar territorio, o para alejar a otros animales; inclusive había notado que algunos también hacían ruidos antes de aparearse. Pero el ruido que hizo la hembra no tenía razón de ser…- Bue - nos - dí - as – repitió ella ahora con más fuerza… sí, al parecer era lo que le decía su madre a su padre en las mañanas… pero no era señal de comida, ni para aparearse… en ese instante recordó que su padre respondía lo mismo que su madre le decía… bueno, habría que intentar:- ¡¡Booo!! – rugió, sin lograr controlar el volumen de su respuesta, lo cual espantó a la hembra y la hizo huir despavorida a la vieja casa de madera. Al parecer la hembra conocía cosas que él no dominaba, y que tendría que esforzarse por aprender. No le quedaba claro de qué podría servir aprender esos rugidos tan silenciosos, pero algo le hacía sentir en su interior que podrían ser útiles. Durante todo el día recordó los sonidos que la hembra hizo e intentó repetirlos, claro que sin buenos resultados.Al día siguiente, en la mañana, nuevamente la hembra se le acercó, y repitió los gruñidos de la mañana anterior:- Bue - nos - Dí - as.- ¡¡Blood noas tii!!- al escucharlo gritar, ella simplemente rió de buena gana.- Parece que me va a costar mucho enseñarte a hablar, bestia.- . . . . . . - Mmm… ¿recuerdas si tienes nombre?- esa última palabra sí que le sonaba mucho, un “nombre”… al parecer su padre y su madre le repetían una palabra que era de él… lamentablemente nunca la pudo recordar.-Yo me llamo Luz… ¡LUZ!- decía, mientras se indicaba a ella misma con un dedo; luego tomó su mano y le puso su dedo en su pecho- ¿Y tú?- . . . . . . -¿No te acuerdas o no tienes nombre?-… blood noas…-balbuceó, más que nada para hacer sonidos como ella.-¿Sabes bestia? En uno de los lugares que recorrí, hay un pueblo que vive en una isla enorme. Ellos hablan un idioma distinto al mío, pero que logré aprender a entender. El nombre que ellos le dan a la sangre es blood… creo que te calza perfecto, y ya no tendré que decirte bestia, aunque te lo merezcas. A partir de hoy te diré Blood.-…blood…-repitió, mientras se apuntaba el pecho.- … loo…- balbuceó, apuntándola.-Luz… ¡¡LUZ!!-… luuu…-… sí, está bien para el primer día best… perdón, Blood.-… blood… luuu… blood… luuu.-Sí bestia, sí…