Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, enero 26, 2025

Colapso

La secretaria llevaba media hora al teléfono escuchando a su jefe dando instrucciones desde su domicilio mientras estaba convaleciente de una cirugía de vesícula. La mujer ya estaba cansada de escuchar horas de horas de instrucciones telefónicas para hacer lo que siempre había hecho y que sabía hacer casi de memoria; la mujer sabía que debía escuchar a su jefe pues ello le servía de terapia para recuperarse anímicamente más rápido, pero escuchar tantas horas de llamadas al día ya la tenía casi colapsada.

A las diez de la mañana apenas le quedaba treinta por ciento de batería, pues además de la llamada eterna estaba recibiendo una cantidad enorme de correos electrónicos y mensajes de whatsapp de diversos colaboradores apurando informes o pidiendo certificaciones para presentar nuevos proyectos con empresas extranjeras que necesitaban validar su institución a nivel transnacional. La mujer no tenía tiempo de seguir escuchando la llamada y de intentar contestar tanto mensaje; pese a que tenía el correo y el whatsapp abiertos en el computador estacionario, la conversación no le dejaba posibilidades de enviar todos los documentos solicitados. En ese momento la mujer se obnubiló, cortó la llamada, apagó el computador y salió por la puerta de la oficina camino al ascensor.

La mujer caminaba por la calle distraída, mirando a la gente que se cruzaba frente a ella. El teléfono sonaba repetidas veces, el correo y el whatsapp daban decenas de avisos a cada segundo, y la mujer seguía caminando como si nada estuviera pasando. Al llegar a una esquina donde había un basurero, dejó el teléfono en su interior y cruzó la calle.

La mujer ya estaba a más de diez cuadras de la oficina. De improviso encontró una armería a la cual entró, pidiendo ver varias armas de puño. Al recibir las armas la mujer empezó a sacarse la ropa, lo que distrajo al dueño de la tienda, dándole tiempo para cargar las armas y asesinar al dependiente. Cinco minutos más tarde la policía recibió la instrucción de dirigirse a una calle a dos cuadras de la comisaría, donde una mujer desnuda estaba disparándole a personas al azar en la vía pública. La mujer colapsada estaba liberando su estrés asesinando gente: mientras tanto su alma estaba poniéndose al día asesinando a todos aquellos quienes en encarnaciones anteriores, habían quedado con deudas impagas con su alma inmortal.