La
secretaria llevaba media hora al teléfono escuchando a su jefe dando
instrucciones desde su domicilio mientras estaba convaleciente de una
cirugía de vesícula. La mujer ya estaba cansada de escuchar horas
de horas de instrucciones telefónicas para hacer lo que siempre
había hecho y que sabía hacer casi de memoria; la mujer sabía que
debía escuchar a su jefe pues ello le servía de terapia para
recuperarse anímicamente más rápido, pero escuchar tantas horas de
llamadas al día ya la tenía casi colapsada.
A
las diez de la mañana apenas le quedaba treinta por ciento de
batería, pues además de la llamada eterna estaba recibiendo una
cantidad enorme de correos electrónicos y mensajes de whatsapp de
diversos colaboradores apurando informes o pidiendo certificaciones
para presentar nuevos proyectos con empresas extranjeras que
necesitaban validar su institución a nivel transnacional. La mujer
no tenía tiempo de seguir escuchando la llamada y de intentar
contestar tanto mensaje; pese a que tenía el correo y el whatsapp
abiertos en el computador estacionario, la conversación no le dejaba
posibilidades de enviar todos los documentos solicitados. En ese
momento la mujer se obnubiló, cortó la llamada, apagó el
computador y salió por la puerta de la oficina camino al ascensor.
La
mujer caminaba por la calle distraída, mirando a la gente que se
cruzaba frente a ella. El teléfono sonaba repetidas veces, el correo
y el whatsapp daban decenas de avisos a cada segundo, y la mujer
seguía caminando como si nada estuviera pasando. Al llegar a una
esquina donde había un basurero, dejó el teléfono en su interior y
cruzó la calle.
La
mujer ya estaba a más de diez cuadras de la oficina. De improviso
encontró una armería a la cual entró, pidiendo ver varias armas de
puño. Al recibir las armas la mujer empezó a sacarse la ropa, lo
que distrajo al dueño de la tienda, dándole tiempo para cargar las
armas y asesinar al dependiente. Cinco minutos más tarde la policía
recibió la instrucción de dirigirse a una calle a dos cuadras de la
comisaría, donde una mujer desnuda estaba disparándole a personas
al azar en la vía pública. La mujer colapsada estaba liberando su
estrés asesinando gente: mientras tanto su alma estaba poniéndose
al día asesinando a todos aquellos quienes en encarnaciones
anteriores, habían quedado con deudas impagas con su alma inmortal.