Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, noviembre 24, 2024

Edificio

El hervidor eléctrico sonaba en la mesa de la oficina, avisando que el agua había empezado a hervir; diez segundos más tarde sonó un click y se apagó la luz del aparato, avisando que el agua estaba lista para el café de la mañana. Sin embargo, nadie se acercó a usar el agua recién hervida.

La impresora estaba terminando de imprimir los documentos enviados. Todo estaba ordenado en la bandeja de salida, las hojas de hecho aún estaban tibias luego de pasar por los mecanismos del moderno aparato. El tenue zumbido del carro de impresión estaba llegando a su fin, y todo el trabajo enviado estaba listo. El tiempo siguió su curso, y nadie fue a buscar los documentos impresos.

El pasillo donde estaba el lector de huellas digitales para el registro de entrada y salida estaba aún vacío. En diez minutos el lugar se llenaría de gente ansiosa por terminar luego su estadía en el trabajo y partir a sus domicilios a seguir con su vida familiar y personal interrumpida nueve horas al día para ganarse el sustento y poder financiar el resto del tiempo. Media hora más tarde nadie había llegado a macar la salida del edificio.

Las puertas automáticas tenían sus sensores activados para abrirse ante la llegada o salida de cualquier persona. Los ascensores tenían todos sus sistemas hidráulicos listos para funcionar en cuanto alguien accionara el botón de llamado. Las escaleras mecánicas tenían un movimiento leve en espera que alguien pasara frente a sus sensores para aumentar la velocidad de subida o bajada. Ni las puertas, ni los ascensores, ni las escaleras mecánicas habían funcionado ese día.

Ese día el edificio corporativo no había registrado movimiento alguno. Todos en le mañana habían entrado a sus trabajos normales, pero en el transcurso del día habían desaparecido en el aire, como si nunca hubieran existido. El edificio era la sede de un culto religioso que creía firmemente en el rapto de todos los creyentes antes del principio del fin de los tiempos. El líder del culto había decidido que ya era el tiempo del fin de los tiempos, e instaló miles de trampas con veneno que al ser inhalado sería suficiente para acabar con la vida de todos. Una vez las cámaras de seguridad mostraron que estaban todos sin vida, un ejército de seguidores que estaban escondidos en el subterráneo salieron, tomaron los cadáveres, y los bajaron a los subterráneos donde fueron convenientemente incinerados. En ese momento el líder religioso anunciaba por conferencia de prensa que todos los trabajadores habían sufrido el rapto, lo que confirmaba el inicio del apocalipsis. La psicosis colectiva se empezaría a encargar del resto de los eventos.