Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, enero 19, 2025

Libreta

El hombre revisaba una vieja libreta de cartón con antiguos números de teléfono en desuso. La libreta la tenía en su poder desde la década de los setenta, por lo que todos estaban en un formato desactualizado, y lo más probable era que ninguno estuviera activo en ese momento. Al hombre le gustaba revisar cosas viejas, y como había trabajado toda su vida en electrónica, al recuperar alguna radio o televisor en desuso terminaba por arreglarlo y hacerlo funcionar como antaño. Por lo mismo tenía claro que dicha libreta era sólo un baúl de recuerdos que no volverían a la vida como sus otros hallazgos.

El hombre estaba terminando de reparar un viejo teléfono de disco. Como su casa era antigua aún tenía conexión a teléfono de red fija, por lo que podía probar el aparato. Luego de rearmarlo y corregir todo lo que estaba dañado lo conectó a la red y al levantar el auricular escuchó el clásico tono de marcar de dichos teléfonos; para probar si es que el sistema de marcado de disco funcionaba decidió marcar su número de celular, el cual de inmediato sonó. El aparato había quedado plenamente funcional, y como todavía le quedaba algo de tiempo libre, decidió tomar su libreta, eligió un número al azar, actualizó el número al sistema de marcado moderno y lo marcó.

El hombre no entendía lo que estaba pasando. Luego de marcar el número actualizado, en vez de sonar la grabación de número inexistente, se escucharon dos o tres tonos de marcado, y luego alguien contestó: la voz le sonaba vieja pero conocida. Al revisar la libreta descubrió que era el teléfono de la abuela de un amigo del colegio; sin embargo era imposible, pues si estuviera viva la señora tendría más de ciento treinta años, y él había asistido a su funeral cuarenta años atrás. La voz sonaba tranquila, el hombre le hizo dos o tres preguntas que la voz respondió adecuadamente y sin problemas, para luego despedirse y colgar. El hombre no entendía qué pasaba, pero decidió replicar el experimento.

Tres horas más tarde el hombre se había comunicado con treinta teléfonos de gente ya fallecida, y en todos los llamados había recibido respuesta. El hombre entendió que algo le hizo al aparato y que había logrado un artilugio para comunicarse con el más allá. Del otro lado de la línea el demonio sonreía satisfecho: había logrado colgarse de la señal del viejo aparato y engañar al hombre con las voces de los difuntos; con ello, la entidad se cargaba de la energía de su interlocutor y del mundo físico. Si sus cálculos no fallaban, con quince llamadas más tendría la energía suficiente para materializarse y hacer de las suyas en el plano físico.