Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, octubre 26, 2025

Puente

“Mientras no se caiga está bien” dijo el alcalde del pueblo al terminar la inauguración del nuevo puente que mejoraba la conectividad de la comuna con la ciudad contigua. Las carcajadas y los aplausos llenaron el ambiente mientras la autoridad cortaba la cinta para permitir el paso de los primeros usuarios de la estructura. La gente sonreía y todo el mundo parecía estar pasándola bien. Dentro de los invitados estaba la gente encargada de levantar el puente; en el grupo de obreros, un hombre añoso miraba serio para todos lados. La alegría no había llegado para él con la inauguración.

El enfierrador miraba preocupado a todos lados; pese a estar seguro de la calidad de su trabajo, del de sus compañeros, y de los materiales, no podía dejar de asustarse con lo que podía pasar con la estructura. Él conocía al dueño del terreno donado para hacer uno de los extremos del puente, y su historia no era de la mejores: había hecho su fortuna a base de estafas, robos y hasta un homicidio, y todo lo hecho lo había cubierto con dinero. El hombre era odiado en el lugar, así que cuando la gente supo que el hombre había donado el terreno para el puente y había vendido todo lo que le quedaba para mudarse del lugar, generó una gran algarabía en la población. El alcalde había invitado al hombre a la inauguración pero éste se excusó: ello hacía que el enfierrador mirara con temor a todos lados.

A las tres de la tarde, cinco horas después de la inauguración, el flujo vehicular era enorme; decenas de automóviles, camionetas, motocicletas y camiones pasaban por el puente desde y hacia el pueblo, generando expectativas en los comerciantes del lugar. El enfierrador miraba con desconfianza: de pronto notó algo, y salió corriendo al extremo del puente a intentar evitar que los vehículos siguieran pasando. Un enorme camión iba pasando por el lugar y su conductor no lo alcanzó a ver, atropellándolo y acabando con su vida. Al salir el alma del enfierrador de su cuerpo, entendió que era demasiado tarde para el resto.

El atochamiento por el atropello era enorme, cientos de vehículos quedaron atrapados en la estructura. De pronto la tierra empezó a moverse, el extremo del puente se levantó, para luego caer pesadamente y derrumbarse, arrastrando al río a todos los vehículos. El alma del enfierrador miraba cómo el terreno estaba lleno de almas de indígenas que habían sido sepultados por siglos en el lugar, y cuya historia había sido olvidada por todos, y redescubierta pocos años antes por el dueño de la tierra, quien decidió deshacerse del lugar no sin antes contratar una bruja para que molestara a las almas de los indígenas sepultados en el lugar para lograr que derrumbaran el puente. Así, logró recuperar todo su malhabido dinero, y se había vengado de la gente que jamás lo aceptó como vecino del lugar.