Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, noviembre 09, 2025

Artificial

El adolescente pasaba casi todo su tiempo libre pegado a la pantalla de su teléfono celular. Hacía un par de meses había escuchado algo acerca de la inteligencia artificial, empezó a investigar, y un mundo gigantesco se abrió ante sus ojos. En poco más de dos meses se había vuelto un experto manipulando y creando imágenes, gracias a lo cual las visitas a sus redes sociales habían aumentado exponencialmente dada la calidad de su trabajo, e inclusive ya lo habían contactado de un par de empresas ligadas a la informática para ofrecerle auspicios a cambio de publicidad. El muchacho estaba empezando a cambiar su vida, y hasta veía posible el dedicarse a algo que le gustaba el resto de su vida.

El muchacho era dentro de todo precavido. Desde el principio publicó que las imágenes eran generadas por IA, y le dio créditos al creador del software para que no hubiera malos entendidos ni problemas legales; de hecho por seguridad cada publicación que hacía partía con el mismo aviso. Esa mañana en uno de los recreos en el colegio empezó a revisar los comentarios a ver si algo interesante había llegado. Grande fue su sorpresa al ver muchos comentarios que lo felicitaban por la creatividad pero que pusiera cuidado con la edición de imágenes, pues en el video la calidad no era la misma de los anteriores. El muchacho abrió el post, reprodujo el video, y vio que las imágenes aparecían pixeladas y las transiciones mal editadas. De inmediato se metió al software a revisar qué había pasado, y al no encontrar nada decidió eliminar el post y editar uno nuevo.

Una semana después la debacle estaba terminando. Desde la fecha del primer fallo había seguido editando videos, que parecían bien en la pantalla de borradores, pero al publicarlos salían todos con fallas. Los comentarios fueron lapidarios, destrozando la calidad de su trabajo y abandonando sus redes sociales; las ofertas de auspiciadores se habían desvanecido, y su nombre se había convertido en sinónimo de fiasco. El muchacho no aguantó la presión, y una tarde cualquiera se lanzó del tercer piso de su liceo al vacío, muriendo por las secuelas del trauma cinco días después. En lo profundo de la web, en un lugar inexistente para los humanos, la IA había reivindicado su nombre boicoteando el trabajo del humano que sólo agradecía a su creador, pero no tomaba en cuenta a la propi IA considerándola apenas una herramienta de edición.