Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, diciembre 14, 2025

Conductor

El conductor llevaba media hora cabeceando sentado al volante de su vehículo, esperando la llegada de su cliente de esa tarde. Después de almorzar era habitual que le diera sueño, pero en general a esa hora nadie lo llamaba; sin embargo esa tarde un cliente lo llamó para un viaje hasta el aeropuerto, le dio la ubicación, y le pidió que lo esperara hasta que llegara para hacer el viaje.

Una hora más tarde el cliente aún no llegaba y el conductor seguía dormitando. De pronto se abrió la puerta trasera del automóvil, y una mujer joven se sentó trayendo consigo una maleta pequeña de mano. El hombre no entendía pues quien lo contactó era un hombre; la mujer lo miró, sacó su teléfono, y puso una grabación con la voz que él había escuchado. Al parecer la mujer usaba un modificador de voz para hacerse pasar por hombre y despistar a la gente. El conductor se desperezó, miró a la mujer por el espejo retrovisor, y simplemente inició el camino al aeropuerto.

Media hora más tarde el hombre estaba metido en un embotellamiento enorme, tanto así que nuevamente empezó a quedarse dormido. El conductor empezó a soñar con su pasado. Cuando tenía diecisiete años le sacó el auto a su padre para ir a una fiesta. En el lugar se emborrachó, y pese a ello se ofreció para acercar al domicilio a quien quisiera; nadie quiso al ver lo ebrio que estaba. Sin embargo una muchacha se le acercó y le preguntó si podía manejar, pues ella vivía lejos. El adolescente le dijo que sí, y la muchacha subió confiada al asiento del copiloto sin abrocharse el cinturón. El joven empezó a manejar; a los quince minutos de conducción perdió el control del vehículo en un puente chocando con la baranda, haciendo que su pasajera saliera despedida por la ventana cayendo a un torrentoso río. El muchacho no se dio cuenta y siguió manejando hasta su hogar, donde su padre escondió el vehículo para enviarlo a reparar sin saber lo que su hijo había hecho.

El conductor despertó sobresaltado con un bocinazo; de inmediato reinició la marcha y miró por el espejo para disculparse con su pasajera. Al mirar no había nadie dentro del auto: en ese momento pasó por un puente, perdió el control y cayó a un canal de regadío muriendo por la fuerza del impacto. Al salir el alma del cuerpo se encontró con el alma de su padre quien había muerto diez años atrás, y que llevaba todo ese tiempo en una suerte de purgatorio pagando por ocultar el homicidio de su hijo: había llegado la hora que el padre siguiera su camino en el más allá, y que el verdadero culpable empezara a purgar su deuda con la eternidad, y con el alma de la inocente muchacha.