Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, diciembre 28, 2025

Hija

El anciano escuchaba aburrido la llamada telefónica de su hija. La mujer ya parecía su madre, preguntándole acerca de todo en cada llamada: que si se había bañado, que las pastillas, que el desayuno, que las compras, que el descanso. Cada detalle era inquirido por la mujer, lo que ya tenía cansado al hombre, que anhelaba recuperar su libertad y tranquilidad de siempre, y que había perdido desde que había enviudado tres años atrás. El hombre echaba de menos a su mujer, quien había sido su compañera durante más de cincuenta años, y que se preocupaba de él pero sin acosarlo como ya se había hecho costumbre en su hija.

Esa mañana su celular no sonó. El hombre se preocupó al no recibir noticias de su hija. A mediodía, y luego de revisar nuevamente el teléfono, decidió llamar a la mujer para saber qué le había pasado; extrañamente no encontró el contacto de su hija en el directorio de su celular. De pronto recordó que tenía una vieja libreta con el teléfono de la mujer: el hombre marcó el número, y del otro lado de la línea una grabación le dijo en cinco ocasiones que ese número no existía. El hombre se preocupó, tomó un taxi y se dirigió al lugar donde trabajaba la mujer. Al preguntar por ella, le respondieron que nadie conocía a alguien de ese nombre. El hombre luego tomó otro taxi a la casa de su hija: al llegar al lugar tocó la puerta, y salió una mujer desconocida quien le dijo cortésmente que ella no vivía en ese lugar, que no conocía a nadie con ese nombre ni descripción, y que esa casa la había comprado hace más de veinte años.

El anciano volvió a su hogar sin entender nada: su hija parecía haberse desvanecido de la faz del planeta. Finalmente el anciano deicidio llamar a su hijo menor: al preguntarle por su hermana, el hombre le dijo que era hijo único, y que le preocupaba esa pregunta. El hombre se encerró en el departamento en que vivía para tratar de entender. De pronto sonó el timbre: al abrir la puerta se encontró con su hijo y varios desconocidos que lo miraban preocupados.

El hijo del anciano llamó al hospital geriátrico contando la historia de lo sucedido con su padre, y decidieron trasladarlo para examinarlo y ver qué le había provocado la demencia tan aguda. El anciano no entendía por qué lo querían trasladar, hasta que de pronto vio algo que le hizo entender que era mejor ir con esa gente. Detrás de todos los visitantes estaban el alma de su esposa y de su hija, quien desapareció de la realidad luego de los ruegos del hombre y la intercesión de la esposa fallecida. Los médicos se encargarían de interpretar lo que pasaba en el cerebro del hombre, mientras el alma del hombre intentaría empezar a lidiar con las consecuencias de sus ruegos.