Música
El silencio complicaba a esa hora de la mañana al barrendero. A las diez de la mañana el tráfico era enorme, y sin embargo el ruido ambiente era mucho menor al habitual; de hecho el hombre creyó que le estaban fallando los oídos o que los tenía tapados; sin embargo en ese momento un joven se acercó a preguntarle por una calle cercana, y lo pudo escuchar perfectamente. Algo estaba haciendo que el ruido ambiente bajara su intensidad, y pese a que no era capaz de explicarlo, lo estaba disfrutando.
El barrendero estaba barriendo el parque casi con placer, gracias a que ese día los vehículos parecían hacer menos ruido. El hombre estaba disfrutando la música de sus audífonos, y era tanto el silencio reinante que hasta bajó el sonido de la música porque estaba demasiado fuerte y lo estaba incomodando. Esa mañana quedaría guardada en su memoria por siempre, como el día más silencioso de su vida.
El hombre ahora estaba regando el césped del parque sin mayores preocupaciones; la música en sus audífonos estaba casi al mínimo, y sin embargo lo seguía incomodando, por lo que decidió apagar el reproductor para disfrutar el silencio. En ese instante se dio cuenta que la música seguía sonando en su cabeza, y que cada vez sonaba más fuerte.
El barrendero estaba asustado, hacía media hora que había guardado loe audífonos y la música ya estaba a un volumen ensordecedor en su cabeza; tanto era así, que le costaba concentrarse en sus quehaceres. De pronto una señora se acercó a decirle o a preguntarle algo, pero el barrendero sólo escuchaba la música de su cabeza; el hombre se asustó, y empezó a alejarse de la mujer quien empezó a agitar sus brazos y a abrir su boca cada vez más. En ese momento el barrendero sintió el impacto por su espalda: el bus que lo golpeó luego de hacer sonar latamente su bocina e intentar frenar, lo lanzó a cerca de quince metros, luego de lo cual su cuerpo se azotó contra el pavimento muriendo en el instante.
El alma del barrendero estaba al lado de su cuerpo tratando de entender qué había sucedido. La música ya no sonaba en su cabeza, y el silencio se había apoderado nuevamente del todo. La música ya no era necesaria, había servido simplemente como un medio de la divinidad para facilitar su partida desde el mundo de los vivos al más allá, donde fuera que ello quedara.
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