El asesino a sueldo estaba listo para terminar su misión. Luego de meses de preparación, seguimiento y estudio, había llegado la hora de terminar con ese candidato a presidente que sólo traería ruina a su país y guerra a sus vecinos, según las palabras de quienes lo contrataron. Su pericia como sicario no tenía paralelo a nivel mundial, y no era extraño que los principales trabajos sucios del mundo llevaran su huella: una rosa negra.
Cuando empezó en el rubro mataba a grandes distancias con una muy bien cuidada carabina de francotirador; pero con los años depuró su técnica hasta lograr matar a pasos de su víctima (acaso no sobre ella), dándole el tiempo preciso para desaparecer y dejar su rosa negra sin huellas. Para esta misión los que lo contactaron le hicieron ver la necesidad de hacer bien ese trabajo, pues de ello dependía el destino de demasiadas personas, incluso naciones. Si lo lograba, tendría su vida asegurada para siempre con el dinero que le depositarían en su cuenta privada. Un desafío así no se podía rechazar.
El candidato estaba preparando la salida de su casa para ir a votar. Ya sabía que tendría que cuidarse, pues sus servicios de inteligencia habían detectado un complot para matarlo. Bajo la atenta mirada de sus seis guardaespaldas subió a la camioneta blindada que lo llevaría al local de votación, donde estaría rodeado de potenciales asesinos: periodistas, detractores, seguidores, personal de aseo. Todos eran peligrosos, así que seguiría al pie de la letra las instrucciones de su equipo de seguridad.
El vehículo estaba por partir cuando apareció corriendo su hijo mayor, que lo acompañaría a votar. Cuando el joven subió y el vehículo inició su marcha, lo notó algo preocupado. Al preguntarle el joven sonrió, extrajo de sus ropas una bella rosa negra y una granada sin seguro.
Para aquellos que creen que el cambio de un 8 por un 9 significa algo, que tengan un feliz año 2009. Para el resto de nosotros...
Saludos sangrientos...