-¿Qué te pasa?
-Tengo mucho sueño, estoy durmiendo demasiado mal.
-¿Y por qué no te acuestas un rato y duermes una siesta?
-Ehhh… es que…
-¿Qué, tienes algo que hacer? Si tienes algo pendiente yo puedo hacerlo por ti. Ya, tírate en el sofá y duerme un rato.
-No… es que… no estoy tan cansada en realidad…
-Bueno, ¿estás o no cansada?
-Sí, pero no quiero dormir.
-No entiendo.
-Es que… me da vergüenza decirlo…
-¿Qué? Habla luego mujer, algo te pasa.
-Es que… no me atrevo a dormir.
-¿Pero por qué?
-Tengo una pesadilla recurrente. Cada vez que me duermo apareces, e intentas matarme. Sé que es una estupidez, pero tengo miedo de dormir porque cada vez que lo hago estás más y más cerca de matarme, y temo que si me matas en el sueño no logre despertar.
-¿Eso es todo?
-Sí… ¿ridículo, cierto?
-Claro que es ridículo… aunque en cierto modo no.
-¿Cómo es eso que en cierto modo no?
-Bueno, porque en este instante estás en el sueño…
-¿O sea que me dormí? ¿Y cómo es que no has intentado matarme?
-Es que mi yo real esperó a que te durmieras para matarte, y ahora tu alma quedó atrapada en este sueño para siempre…