El sol pasaba de largo por su casa. Era extraño ver los rayos iluminándolo todo, pero evitando la casa de la vieja mujer. Nadie lograba entender dicho portento; durante años muchos físicos de todo el orbe viajaron a la casa la de mujer a tratar de dilucidar el misterio de dicha construcción, sin ser capaces de elucubrar una teoría convincente al respecto. Por fin, tras varias décadas de viajes, investigaciones y gastos, dejaron de lado aquella imposible misión.
Una tarde de verano en que el sol iluminaba con furia todo alrededor de la casa de la vieja mujer, un extraño y suave temblor se empezó a sentir en todo el planeta. La gente salió a mirar para tratar de entender qué sucedía. De pronto alguien miró al cielo y vio con espanto que un cometa iluminaba algo menos que el sol y que aparentemente se acercaba peligrosamente al planeta. Las estaciones de televisión empezaron a transmitir contactos con astrónomos que confirmaron la sospecha de todos: el temblor no era tal sino la vibración provocada por el acercamiento del cometa al planeta.
Miles de personas entrando en pánico en todo el planeta no dieron tiempo a que alguien notara que la vieja mujer abandonaba su casa con una gran maleta con ruedas y un par de gatos detrás de ella. Un extra en los noticieros alertó a todo el mundo que el cometa entraba en órbita y que impactaría la superficie del planeta en cualquier instante. Mientras la gente se agolpaba en las calles a gritar, rezar, suicidarse o matar, la vieja, su maleta y sus gatos seguían su marcha sin rumbo.
El cometa se acercaba raudo al planeta. La vibración que provocaba semejaba un terremoto grado 7 u 8. De pronto se produjo el impacto. A diferencia de lo que todos creían nada pasó, el temblor cedió y la tierra siguió existiendo sin más. Cuando notaron que el cometa había caído sobre la casa sin sol, y que ésta había absorbido al cometa y su destrucción, ya era demasiado tarde: la vieja y sus gatos habían tomado la nave interplanetaria con rumbo al planeta que estuviera en riesgo de ser destruido por algún portento estelar. Desde ese día, el sol volvió a iluminar ese trozo de tierra para siempre.