Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, junio 01, 2011

Zona prohibida

En la penumbra de la madrugada unos suaves y rápidos pasos apenas se escuchan contra el pavimento. La pequeña y delgada figura se apresura en llegar a su hogar, atemorizada por las historias que se contaban acerca de quienes se atrevían a salir a esa hora de la noche en esa zona de la ciudad. Hacía un año ya había empezado el drama: primero fue algo ocasional y que pasó inadvertido, luego cada vez se hizo más y más frecuente. En los primeros seis meses desde que todo empezó desaparecieron más de trescientas personas de todos los sexos, edades y condiciones sociales, cuyo único nexo era haber pasado a esa hora de la noche en esa zona de la ciudad. Las autoridades enviaron a los policías y militares más avezados, quienes también desaparecieron sin dejar rastro; desde esa fecha, estaba prohibido circular por ese sector de la ciudad de noche, para evitar más desapariciones.

La niña era el sustento de su familia. Hija de madre enferma, padre sin trascendencia y con tres hermanos menores que ella, a los doce años debía vender en la calle a como diera lugar y lo que fuera que no atentara contra su dignidad. Día tras día salía casi de madrugada a comprar flores, juguetes, cigarros o “la novedad del año” para luego dedicarse durante el día a vender su mercadería sin ser atrapada por la policía. Día tras día su tarea se hacía más difícil, lo cual la llevaba a tener que evitar a toda costa ser capturada, pues ello implicaba que le requisaran la mercadería y el dinero ganados. Día tras día debía alejarse de los lugares seguros y acercarse a la zona prohibida; por ello es que siempre trataba de volver temprano a su casa. Pero ese día algo salió bien y mal: en los alrededores de la zona prohibida casi nadie iba a vender, así que su visita era siempre esperada, y aquel día llevó una mayor cantidad de mercadería la cual logró vender en su totalidad, lo que la dejó con una gran cantidad de ganancias; lo malo fue que no notó la hora y cuando terminó de recibir el pago de la última venta, ya era de madrugada y las patrullas estaban circulando por los alrededores: el único camino que quedaba era atravesar la zona prohibida para llegar a su casa.

En la penumbra de la madrugada unos suaves y rápidos pasos apenas se escuchan contra el pavimento. La niña no podía correr más rápido, y el temor la estaba consumiendo en su periplo nocturno, sin saber qué sería de ella. Pese a todo lo que corría parecía no llegar nunca a destino, e inclusive a veces creía no lograr avanzar. De pronto empezó a ver a su alrededor un entorno extraño, como si todo estuviera más gris que de costumbre; lentamente y ante sus asombrados ojos empezaron a aparecer los desaparecidos de la zona prohibida, que se movían a su misma velocidad y que parecían no notar que ya no estaban donde creían, y que definitivamente no eran capaces de verla. Era agradable el lugar pese a la ausencia de interacciones, y tal vez no sería tan terrible quedarse ahí... pero de pronto recordó a su madre y hermanos, y como pudo aceleró el paso. Al hacerlo, las apariciones se borraron y apareció nuevamente la calle. Al parecer quienes quedaron atrapados en la zona prohibida era porque nada los ataba a la vida real...

1 Comments:

Blogger Unknown said...

En una de esas, no sería tan penca quedarse en la "zona prohibida".. digo yo ;)

11:03 p.m.  

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