Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, octubre 08, 2014

Ideal

Por en medio de la acera Joaquín caminaba arrastrando su bate de madera por el suelo. La tristeza y la desilusión eran tales, que los gritos de quienes circulaban a esa hora por la calle le eran indiferentes, llegando a costarle escuchar más allá de su cabeza sus propios gemidos de dolor. De improviso dos patrullas policiales se detuvieron bruscamente, una delante de él y otra atrás, desde donde bajaron ocho policías que en el acto apuntaron sus armas a su cabeza y le gritaron a viva voz que se rindiera, o lo matarían. Era tal el sufrimiento, que de inmediato el rendirse dejó de ser una alternativa.

Joaquín estaba enamorado. Esa tarde se encontraría de nuevo con su amor, aquella joven que había conocido por internet y que le había abierto su corazón y su vida a través de la pantalla. Luego de semanas de conversaciones día y noche, Joaquín supo que estaba enamorado, y que necesitaba conocer en persona a ese avatar y esas frases que le habían permitido soñar nuevamente con la felicidad. La joven era todo lo que él podía esperar, imperfecta como todas, pero que expresaba a cada rato que su único norte era ser feliz, sin importar lo que rodeara aquella confusa definición; Joaquín sabía que en cuanto se vieran sería amor a primera vista, y que cualquier barrera quedaría de lado entre ellos en el acto.

Cuando se conocieron, Joaquín quedó sorprendido. La foto de la muchacha era muy parecida a ella, pero no era fiel representación de su imagen. Su voz no era la que había creado para ella en su cabeza, sus gestos no se parecían a los íconos que generaba a cada rato en la pantalla, y sus expresiones le eran desconocidas; Joaquín sabía que ella era la mujer que había conocido por internet, y pese a sentir que sabía todo de ella, ahora creía estar hablando con una desconocida.

La noche de ese mismo día, cuando se conectó, apareció de inmediato en pantalla el avatar del cual se había enamorado. Bastaron apenas dos líneas de chat para reconocer al amor de su vida, ese que le daba la seguridad y la tranquilidad para seguir viviendo pese a los embates de la existencia, y que definitivamente nada tenía que ver con la mujer que conoció en el mundo real: tal como le habían dicho que sucedería, y como temía que fuera cierto, ideal e irreal tenían rima consonante más allá de la poesía. Pero el amor infinito que sentía lo llevó a descubrir que todo tiene solución en la vida excepto la muerte, más aún cuando ese todo estaba cubierto por el manto de un sentimiento puro y mutuo.

Los policías seguían apuntando a la cabeza de Joaquín, quien parecía no escucharlos. Su bate de madera con varios clavos de seis pulgadas atravesándolo de un lado a otro se veía extremadamente amenazador; pero era la sangre y el pequeño bulto sanguinolento en una de sus puntas lo que tenía ocho armas apuntando a su cabeza. Joaquín entendió que la muchacha era el amor de su vida, pero que su cuerpo y su mente impedían que él pudiera tener ese puro corazón a su lado para siempre; así, no le fue difícil decidir que debía desechar su envoltorio, para llevar consigo, ensartado en una de las púas de acero de su arma, el corazón que tanto amaba, y que ahora deambulaba libre junto a él.