Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, julio 23, 2014

Pablo y Pedro

Pablo huía despavorido por la oscura calle. El temor a ser alcanzado por la horda de salvajes que los seguían era suficiente como para superar el cansancio y las dificultades que su cuerpo poseía, y seguir corriendo para lograr salvar su vida. Pedro en cambio parecía estar a punto de rendirse: él sabía, a diferencia de su hermano, que no importaba cuán rápido corrieran, en algún instante los alcanzarían, y luego de un indescriptible sufrimiento, todo acabaría.

Pablo y Pedro eran hermanos inseparables. Desde pequeños se acostumbraron a hacer todo juntos, lo que al parecer no era bien visto por la gente que los rodeaba, que desde siempre parecieron odiar a los hermanos. Ambos jóvenes tenían personalidades muy diferentes, pero que al final del día terminaban complementándose: mientras Pablo era aventurero, osado, valiente y a veces hasta algo inconsciente, Pedro era mesurado, recatado, racional y bastante reservado. Muchas veces Pedro había sido acosado sin ser capaz de reaccionar frente a las agresiones, y Pablo había debido intervenir para protegerlo y sacarlo del ambiente hostil; por su parte Pablo en más de una ocasión se había metido en problemas con gente adulta por su actuar algo arrebatado y sin ser capaz de medir consecuencias, debiendo intervenir Pedro para calmar las aguas y alejar a su hermano de conflictos que no estaba en condiciones de enfrentar. Los hermanos se entendían a la perfección, y ello estaba generando cada vez más odio en el entorno que los rodeaba.

Esa mañana Pedro estaba siendo insultado por un bravucón, acostumbrado a pasar por encima de todo y todos. El joven prefería simplemente mirar al piso para dejar pasar las barbaridades que el matón le decía; sin embargo Pablo no estaba dispuesto a ver cómo su hermano era vapuleado sin razón por un estúpido que basaba su poder en su talla y su violencia. Cuando el bravucón se acercó peligrosamente a Pedro, Pablo aprovechó la oportunidad y golpeó con violencia al agresor, quien cayó al suelo golpeándose la cabeza y empezando a sangrar profusamente. Eso fue suficiente para desatar la ira de los amigos del bravucón, y de todos aquellos que por algún motivo odiaban a los hermanos; los muchachos tendrían que huir rápido, pues la gente por fin tenía el motivo que necesitaban para descargar su odio en ellos.

Pablo y Pedro huían a toda velocidad de sus agresores. Pablo sabía que si no se preocupaban de sus perseguidores podrían salvarse; sin embargo Pedro ya no quería seguir dando la pelea contra la vida que tanto los había maltratado. Pablo estaba desesperándose por la actitud de su hermano, pues ambos se necesitaban para sobrevivir: luego de un par de insultos, logró que Pedro reaccionara y moviera rápido la pierna derecha, para él hacerse cargo de mantener moviendo a toda velocidad la izquierda, y así salvar a los siameses de una muerte segura.

1 Comments:

Blogger Icy said...

UUuuu!!! Me estoy haciendo más hábil, mi doc! Sabía que algo así pasaría... Pero igual que antes, me siguen impresionando tus finales inesperados!!!

Wenaaaaaa mi doc!!!

Besos rojizos!!!

2:31 a.m.  

Publicar un comentario

<< Home