Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, octubre 13, 2024

Carrera

 El hombre aceleraba frenético su vehículo para llegar lo antes posible a su destino. Diez minutos antes una llamada telefónica le avisó de un accidente de su hija en el colegio, por lo que dejó todo botado en su trabajo para ir en auxilio de su pequeña. La inspectora del colegio le dijo que se tranquilizara, que no había sido tan grave pero que de todos modos iba una ambulancia en camino para examinarla y en el peor de los casos trasladarla a la clínica con la cual tenían contratado el seguro la institución educacional. En cuanto escuchó esa frase supo que tenía que llegar antes que la ambulancia.

El hombre aceleraba como loco, pasando luces rojas, discos pares y señales ceda el paso. A punto estuvo de atropellar a cinco peatones y de chocar unas siete veces. En esos mementos nada importaba, sino sólo llegar rápido al colegio.

Dos minutos más tarde una patrulla de la policía lo alcanzó con las balizas encendidas, y se pusieron a su lado para ordenarle que se detuviera; el hombre aprovechó que un camión iba delante de la patrulla, aceleró y la perdió sin tanta dificultad. Luego de terminado el rescate de su hija iría a alguna comisaría a entregarse y a explicar todo.

El hombre llegó raudo al colegio, estacionó su vehículo y bajó corriendo, aliviado al no encontrar la ambulancia. Al entrar al patio central, se encontró con la peor escena que pudo haber imaginado: la ambulancia estaba en el patio, su hija estaba sentada en la camilla de la ambulancia conectada al monitor de signos vitales, el cual se encontraba con todos los parámetros en cero, mientras la pequeña lo saludaba efusivamente, y los miembros del equipo de salud se acercaban a él a preguntarle si él sabía por qué su hija no tenía signos vitales. El hombre palideció: ahora debería inventar alguna excusa extraña para ocultar que su hija era un experimento científico de reanimación de cadáveres, cuyo cuerpo nutria cada noche con una mezcla creada en laboratorio, mientras de día llevaba aparentemente una vida normal.