Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, noviembre 03, 2024

Barba

 El hombre acariciaba su canosa barba mientras pensaba. Desde que dejó crecer su barba adquirió la costumbre de acariciarla cada vez que pensaba en lo que fuera; parecía que sus neuronas se activaran en cuanto sus manos resbalaban por los largos cabellos que colgaban de su rostro. De hecho el hombre no lograba imaginar cómo había sido capaz de pensar sin su barba, ni cómo podría hacer trabajar su mente si es que no tuviera dichos cabellos en su mentón. El hombre sabía que era una estupidez, pero la fuerza de la costumbre adquirida primaba en ese caso.

El hombre iba caminando raudo de vuelta del trabajo a su hogar, pues esa tarde jugaba su equipo de fútbol favorito y esperaba poder ver el partido en paz.; al doblar la esquina vio a una pareja de abuelitos desesperados en la calle, mientras eran rodeados por algunas señoras de distintas edades. Al acercarse al lugar se dio cuenta que la casa de los ancianos se estaba incendiando; al pasar frente a la puerta vio cómo la señora se abalanzaba sobre él llorando: su mascota, un gatito de dos meses de edad había quedado en la casa y no lo habían podido sacar. El hombre escuchó los maullidos del pequeño animal y sin pensarlo dos veces dejó su mochila con la gente que estaba en el lugar y logró entrar a la casa, ubicando al animal a los pocos segundos y sacándolo de la casa. Al llegar donde los ancianos vio en sus rostros una mueca de terror: al instante una mujer le lanzó una fuente de agua al rostro, pues su barba se había encendido en el rescate.

Cuando llegaron los bomberos uno de ellos revisó al hombre quien tenía el rostro chamuscado y había perdido por completo su barba. La revisión del bombero quien además era paramédico fue lapidaria: las llamas quemaron le piel del mentón eliminando los folículos pilosos, dejándolo para siempre sin barba. El bombero curó su rostro, le colocó un apósito en el mentón y le recomendó consultar un médico a la brevedad. Una vez terminada la curación el hombre siguió camino a su casa, caminando casi en modo automático, sin pensar en lo que estaba haciendo.

El hombre estaba sentado frente al televisor mirando el partido de fútbol sin entender lo que estaba mirando, ni saber por qué lo hacía. El hombre se estaba comiendo una hamburguesa pues su instinto le decía que debía comer. Después de salir del incendio ninguna idea más apareció por su mente. Si tal vez hubiera sabido que por sus venas corría sangre de la estirpe de Sansón, entendería el porqué de lo que le estaba pasando.