Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, noviembre 16, 2024

Despedida

El hombre recogía sus cosas en su habitación, cabizbajo, Luego de treinta años de matrimonio había llegado la hora de partir, lo que le dolía inconmensurablemente. La decisión no había pasado ni por él ni por su esposa, simplemente las cosas habían sucedido porque el destino lo había definido así, y no quedaba más que acatar los hechos de la vida.

El hombre miraba con tristeza todo lo que estaba dejando atrás. La casa estaba llena de recuerdos, de hecho la misma casa era un recuerdo importante en su realidad; en ella había vivido los mejores años de su vida con la mejor mujer que le pudo haber tocado, había criado sus hijos hasta que decidieron partir a crear sus propios futuros. En esa casa había vivido reuniones familiares llenas de amor, compañía y empatía, había conocido a sus nietos, pero principalmente había compartido su existencia con su compañera de vida, a quien no quería dejar pero debía. En ese momento había pensado en quedarse y negarse a la realidad, pero en su fuero interno sabía que ello era imposible.

La maleta estaba media de cosas y repleta de recuerdos. El hombre intentaba llenarla lento, pero sabía que en algún momento debería cerrarla junto con esa vida que había disfrutado hasta ese entonces; el hombre deseaba esperar a su esposa para decirle por última vez que la amaba, pero no estaba seguro si ello empeoraría las cosas. Tal vez era mejor partir sin que ella lo viera por última vez; tal vez él podría esperar escondido para poder verla por última vez, sin hacerla sufrir. En ese momento el hombre escuchó abrirse la puerta de entrada, señal inequívoca que el momento del adiós había llegado.

La mujer entró a la casa acongojada. Iba abrazada de sus hijos quienes le ayudaban a contener la pena. La mujer dejó a los muchachos en el comedor mientras iba a la cocina a calentar agua para servirles una taza de té. La mujer pasó frente a un espejo en el pasillo, en él vio su imagen demacrada vestida de negro. El funeral de su esposo fallecido de un infarto tres días atrás había dejado un agujero que no podría cerrar en el corazón. Luego de colocar la tetera al fuego se dirigió al dormitorio; al entrar sintió el olor del perfume de su marido. Sobre la cama una rosa roja, su flor favorita, le daba la despedida del amor de su vida quien ya iba camino a donde le correspondía ir.