Estepas milenarias
cubiertas de sangre
derramada por guerreros,
de guerreros,
para la guerra,
y por ella...
Demonia sempiterna
que guías los destinos
de ilusos humanos
que confían en ti
en tus promesas de grandeza
de triunfo
de honor
de valentía
de riquezas
y sólo pagas con dolor.
Extraña droga que incitas
a acabar con todos
y todo aquello
que sea un obstáculo
a tus planes de aniquilación
por el solo gusto de aniquilar.
Y he aquí
que bajo tu embrujo milenario
nos has traído
a lo que somos hoy:
una raza que odia
un planeta que agoniza
una civilización que anhela
la destrucción del humano
por el humano
y para unos pocos
que se dicen humanos.
Y ahora estamos ad portas
del principio del fin,
guiados por tu fría mano.
Pero... seamos justos:
tú no tienes todo el honor
ni la gloria te es exclusiva,
nos hemos esforzado mucho
para seguir tus pasos
y a tu velocidad
fuimos grandes alumnos
de una certera maestra.
Finalmente cuando la luz se extinga
será tu mano la que la apague,
pero seremos nosotros
quienes proveamos el agua...
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