-Buenas tardes.
-Buenas tardes. ¿En qué la puedo ayudar?
-Necesito un arma para matar a mis hijos y suicidarme.
-¿En qué tipo de arma está pensando?
-No sé, pensaba que usted me podría guiar.
-Veamos, ¿qué edad tienen sus hijos?
-5 y 7 años.
-Mmmm… lo ideal sería una pistola 9 mm. Morirían al primer disparo, y no dejarían tantos destrozos como otras armas. Eso le permitiría suicidarse tranquilamente.
-Bueno, deme entonces esa y algunas balas.
-Las balas las vendemos por cajas. ¿Piensa matar a alguien más, su marido o alguna otra persona?
-No, sólo a mis hijos y a mí.
-Bien, con una caja tendrá de sobra.
-Gracias.
-Hasta luego, que le vaya bien.
-…..
-¿Necesita algo más?
-No… ¿realmente escuchó lo que le dije?
-Sí, todo.
-¿Y no va a intentar disuadirme o llamar a la policía?
-Señora, no soy psicólogo ni juez, soy vendedor de armas. De hecho ni siquiera soy el dueño sino sólo un dependiente.
-¿Y no le importa el uso que le voy a dar a esta arma?
-Señora, ¿conoce otro uso para las armas que no sea matar…?