-Déjate de escuchar esa porquería.
-Me gusta esa música.
-¿Música? ¿A esa basura le dices música?
-Sí, es mi música. ¿Acaso tus padres no decían lo mismo de lo que tú llamabas música?
-No es lo mismo, eso que tú escuchas no es música, lo que yo escuchaba sí, aunque mis padres no me comprendieran.
-¿Te das cuenta que ahora tú eres el padre y yo el hijo?
-¿Qué quieres decir con eso?
-Que debes asumir que los papeles se invirtieron, que ahora tú eres el intransigente y yo el incomprendido.
-Sí, suena bonito salvo por un detalle.
-¿Cuál, que yo era el padre y tú el hijo? Eso ya no vale.
-¿Por qué? ¿Acaso es culpa mía que luego de muerto te hayan mandado reencarnar en el vientre de mi esposa…?