Historia de Sangre ©2007 Jorge Araya Poblete
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Capítulo XI: Maldición (segunda parte)
El pueblo tenía todo tipo de habitantes. Como todo condado que se preciara de tal, también tenía personajes raros: inventores, escritores, músicos, pintores… y una bruja. La llamativa mujer aparentemente descendía de una familia dedicada a las artes oscuras. Todos en su clan eran de cabello rojo; las malas leguas decían que eran parientes lejanos del conde, pero éste había desdeñado tal historia. La mujer no era agresiva, y más que hechizos se dedicaba a leer la suerte: por unas cuantas monedas decía a sus clientes lo que querían escuchar, dándoles una certeza que sus personalidades opacas no eran capaces de crear por sí mismos; así, casi todos creían en ella pues rara vez se equivocaba. Claro que también, si alguna doncella lo pedía, ella preparaba “pócimas de amor eterno”: algo de alcohol barato mezclado con plantas amargas que dieran el gusto necesario del sufrimiento antes del placer…
La bruja se dirigía al caserón que llamaba casa, una rústica construcción de troncos al borde del camino fuera de los límites del pueblo. Llevaba prisa, había conseguido la última botella de alcohol barato para una pócima que le habían encargado, y todavía faltaba conseguir las plantas amargas. De pronto, un hombre alto y borracho se abalanza sobre ella, golpeándola brutalmente hasta quitarle su preciada botella. El borracho cae al suelo, rompiendo la botella con el peso de su cuerpo y cortándose la mano. La bruja lo mira con desprecio, luego de lograr reaccionar de la golpiza recibida, reconociendo a su ilustre agresor.
-Víctor Blood… borracho del demonio… ¿qué hiciste?
-… cállate… bruja…yo soy el conde Blood…
-¿Conde?... payaso estúpido con aires de grandeza…
-…tú eres la estúpida…yo soy no…no…noble…
-No tienes idea de lo que estás hablando. Eres tan noble como un perro sin amo.
-…envidiosa… y bruja…
-¿Te gusta mi pelo, señor conde?
-… pelo de bruja… como el mío pero maldito…
-¿Sabes de quién lo heredé?
-… de la bruja de tu madre…
-¿Sabes algo de historia? ¿Te suena el apellido North?-los ojos de Víctor se abrieron notoriamente; mágicamente la borrachera empezó a pasar.
-Claro, era el apellido del padre de la madre del primer Blood.
-¿Seguro?
-Por supuesto.
-¿Y sabías que esa mujer tuvo dos hermanos que mantuvieron el apellido?
-…
-¿Y sabías acaso que todo el clan North se dedicó a la nigromancia desde esa época?
-No puede ser…
-Sí, señor conde, yo soy la última de la línea North, conmigo el apellido muere.
-…
-Y sí, soy una bruja de verdad. Y por la culpa de ese hijo de esa mujer, los North perdieron todos los privilegios que les correspondían… y ahora tú me humillas maldito señor payaso.
-Yo… no sabía… te puedo recompensar…
-¿Y le devolverás la dignidad a mi casta que sufrió nueve generaciones por culpa de ese hijo ilegítimo que tomó el lugar de nuestra familia?- en ese instante la bruja se pone de pie, y Víctor nota que su cara no acusa ninguna marca de la golpiza.
-Ahora yo, Víctor Blood, te maldigo. Y no a ti sino a tu casta…
-Por favor, espera…
-De ahora y por siempre, cada diez generaciones de la casta llamada Blood, nacerá un hijo que heredará la realidad del primer Blood…
-¿Eso? ¿Eso es todo? ¡¡Jajajajajajaja!! Casi te creí lo de la maldición bruja estúpida…
-Vuelve a tu casa Blood, tu hijo te espera…
En ese instante recordó el motivo de la borrachera. Luego de lanzar una última mirada burlona a la bruja, enfiló sus pasos hacia el castillo. La bruja por su parte, avanzó por el camino mientras se desvanecía en el aire para siempre…
Víctor entra presuroso al castillo, cuando un grito monstruoso casi lo congela. A poco andar las comadronas pasan por su lado huyendo despavoridas: una de ellas se tapaba la cara con las manos, bajo las cuales la sangre manaba a borbotones. Al llegar al cuarto, el dantesco espectáculo acabó con toda su borrachera: la sirvienta yacía muerta, desangrada por el porte de la criatura que había parido. En el suelo una bestia casi del doble del porte de un recién nacido normal, de negra cabellera y verdes ojos, disfrutaba su placenta. En el suelo, la nariz de la comadrona que lo intentó matar al verlo partir a su madre en dos. La maldición de la casta de los Blood había comenzado…