Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, octubre 20, 2010

Historia de Sangre: Demonio y Epílogo

Historia de Sangre ©2007 Jorge Araya Poblete
Registro de Propiedad Intelectual Inscripción Nº 160719

Capítulo XXX: Demonio

Blood no acababa de salir de una sorpresa cuando ya había caído en otra. De monstruo antropófago inmortal y creador de una de las mejores universidades del planeta, había pasado a demonio… ese concepto que lo había definido siglos atrás, cuando la ciencia era otra forma de magia, resultaba ser su esencia. La mujer que creyó su pareja, luego una bruja y finalmente su alumna, era su hermana en ese plano que se definía como infierno y que empezaba a llamar “hogar”… Era demasiado en tan corto tiempo, aunque aún no había logrado definir una escala temporal en donde estaba.

-Bien, sigamos. ¿Qué más quieres saber?
-Espera… para ti tal vez esté todo claro, porque apareciste en mi existencia tres veces apenas, pero esto está recién aclarándose para mí.
-¿Qué quieres, una definición académica de infierno o demonio?
-Claro que no… pero si efectivamente soy un demonio, ¿por qué pasé mi existencia ayudando a los habitantes del planeta?
-Ese sí es mi hermano. Veamos Blood, ¿efectivamente ayudaste al planeta?
-Bueno, salvo el hecho de comer humanos todas las noches, ayudé a formar humanos inteligentes, a darles conocimientos y a usarlos.
-¿A quiénes?
-A quienes se comprometieran con el conocimiento, a aquellos capaces de dejar todo por saber, por aprender, por perpetuar la sabiduría…
-… o sea, a los egoístas, narcisistas y ególatras autosuficientes- las palabras de Luz definitivamente aclaraban las dudas de Blood.
-Cierto… tienes razón, el único objetivo era saber por saber… pero de todos modos los conocimientos que logramos ayudaron a los habitantes del planeta.
-¿A qué?
-Bueno, a llevar vidas mejores, más fáciles, que les dejaran más tiempo libre…
-¿Para qué?
-Para tener un mejor pasar…
-¿Por qué?
-Porque… porque…
-¿Qué lograron los habitantes del planeta con más adelantos y más tiempo libre?
-… realmente no tengo la respuesta…
-Vicios. Simplemente vicios. Piénsalo Blood, tenían más tiempo y menos cosas que hacer. No tenían que usar dicho tiempo en arreglar nada porque había un grupo de egoístas que se apoderó de todo el conocimiento y eran capaces de dar todas las respuestas necesarias.
-¿O sea que pervertimos al planeta?
-No, simplemente les dieron la oportunidad y ellos siguieron el camino obvio.
-Desde ese punto de vista entonces se cumplió la misión- Blood empezaba a asumir lentamente su realidad- Sacamos a los habitantes del planeta de un buen camino y lo llevamos al malo.
-No seas tan condescendiente contigo mismo hermano mío. Para sacar a alguien del buen camino debe estar en él primero.
-No entiendo.
-Tú partes del principio de la bondad original. La realidad es al revés…

Blood estaba en una nebulosa. Su misión era hacer el mal, y había hecho su parte. Pero el entorno en que vivió no era de seres bondadosos, sino malvados. Por tanto estaba en su medio… y si había logrado tan poco en tanto tiempo, su misión había sido un fracaso. Absorto estaba en su autoanálisis, cuando de pronto nace una burbuja cerca de la suya y dos cuerpos aparecen en ella, que le eran demasiado familiares.

-Luz… ellos…
-Ah, sí, ese par de tarados.
-¿Mis descendientes?
-Nominalmente y en ese plano físico, sí.
-¿Y qué se supone que son?
-Dos demonios inferiores que tenían que ayudarte a dar un paso más allá… pero el par de imbéciles se desvió del camino, uno por orgullo, el otro porque eligió mal a quien fue su padre. Ya les llegará su justo pago.
-¿Paso más allá? ¿Justo pago?
-Ambas son cosas que ni a ti ni a mi nos incumben. Ya no pasó, y no fue por responsabilidad nuestra.

Al parecer la realidad era más compleja de lo que parecía. Había escalas de valores, cumplimiento de objetivos, castigos, premios… era hora de aclarar el punto principal, aunque eso apurara su “justo pago”…

-Luz, por lo que entiendo cada cual es responsable de sus acciones. Pero para que eso funcione bien, ¿no debe ser evaluado el que planificó todo?
-Sí, cada cual es evaluado según su grado de responsabilidad, el que planifica es más responsable que el que ejecuta, en su justa medida.
-Luz… ¿quién planificó mi vida?
-Tú…

La respuesta que temía había llegado, tan directa y simplemente como las respuestas a todas sus preguntas trascendentales. Él era el principal responsable de todo el devenir de los acontecimientos, él por tanto era quien debía responder mayormente por todo lo acaecido… pero pese a ello todavía no encajaba todo en su lugar, y estaba demasiado tranquilo para como se desarrollaban los hechos.

-¿Qué fue lo que planifiqué de mi vida?
-Todo Blood, todo.
-Es que “todo” son demasiadas cosas, Luz.
-Así es, y demasiados años tomaste para que todo estuviera según tú lo deseabas.
-Es que… no puedo haber planificado todo, son miles de detalles…
-Todos y cada uno: tu cuerpo, las personas, las cosas, los plazos, hasta esa dichosa losa que tanto te costó sacar de aquí…
-¿La losa?
-Tu creación favorita… estuviste pensando cómo proteger y regenerar un cuerpo para que durara milenios, y qué mejor que un par de granos del infierno en ese planeta. Simple, perfecto, indestructible, y no llamaba demasiado la atención. Irrompible y misteriosa para los humanos, maleable para ti.
-Por eso me sentía tan bien en ella… pero lo que no comprendo es…
-¿El final?..-una mirada de odio se apoderó de Luz- no todo depende de nosotros, Blood. Íbamos ganando, el planeta ya era casi nuestro, dos o tres siglos más y hubiéramos podido iniciar una conquista estelar de ese lado del universo. Lamentablemente las huestes del bien se dieron cuenta y decidieron terminar con todo para empezar de cero con los pocos de su bando que quedaban.
-¿Y el resto? O sea… ¿los nuestros?
-Andan ahí fuera, flotando. Ya veremos si sirven de algo más adelante.

Blood ya estaba al tanto de todo, lentamente la conciencia de su realidad se asentaba en su mente, y asimilaba con claridad las repercusiones de las palabras de Luz. Definitivamente era una guerra del bien contra el mal, y había que pensar sólo en el resultado final. No importaban mucho esos cientos de millones de almas arrebatadas al bien, había que planificar el paso siguiente. No importaba haber estado milenios encarnado entre los vivos, ni el tiempo perdido en planificar, ni los dos demonios que no fueron capaces de ayudarlo cuando debían, ni las tres encarnaciones de su hermana… de hecho ya no necesitaba más respuestas. En el instante en que Luz terminó de contarle todo y él de internalizarlo, su conciencia despertó, y todo el conocimiento de su esencia inmortal retornó a él. Al mirar a Luz, notó un esbozo de sonrisa en su rostro.

-¿Qué miras?
-Despertaste, esa es la cara de odio de mi hermano.
-¿Se supone que sonría? Tanto tiempo y recursos perdidos para que el enemigo decida destruir todo. Todas y cada una de las veces que hemos estado cerca del triunfo ¿qué hacen ellos? Destruyen, parten de cero y nos quitan a los indecisos…-su mirada se dirigió a la burbuja del lado.-Y déjame a ese par a mí, que cuando termine con ellos no habrá lugar capaz de cobijar pedazos tan pequeños.
-Tranquilo, pueden ser…
-Mierda, eso es lo que son y siempre serán, y no necesito eso en mi camino.
-Está bien, serán tuyos.
-Y empieza a buscar un nombre nuevo, no quiero cursilerías si es que pretendes acompañarme o ayudarme la próxima vez.
-¿Habrá próxima vez, hermano?
-No te hagas la tonta…

En ese instante las burbujas y sus cuerpos desaparecen, y sus maléficas almas quedan en la misma oscuridad inicial. Ya no había incertidumbre pues esa era su casa y su condición natural, y el sufrimiento era definitivamente placentero. De pronto una voz llena su todo y el de Luz.

-Veo que volviste.
-Sí. Volví.
-Y de nuevo te fue mal.
-Menos que antes. Hay un par de cientos de millones que cayeron en nuestros dominios. Sé que no es mucho, pero por lo menos no fue pérdida.
-Sí, algo es algo. ¿Estás listo para una nueva tarea, o necesitas descanso?
-Estoy listo.
-Bien, empecemos a planificar.
-¿Hay candidatos?
-Sí. Pero esta vez partiremos con ventaja. Iremos al extremo de un universo que nos pertenece. Al parecer pretenden crear algunos cientos de planetas habitados y tendremos que empezar a mantener las almas de nuestro lado.
-Bien.
-Será un planeta pequeño, nada especial, no estás en condiciones de mucho desgaste y no tenemos tanto tiempo como con el que terminaron como para planificar demasiados detalles.
-Habrá que improvisar entonces. ¿Hay más datos?
-No mucho. Lo que está claro es que sus habitantes, en su momento, le pondrán un nombre bastante ridículo y ególatra.
-¿Sí, cómo lo llamarán?
-Tierra…

Epílogo

En una oscura caverna y protegida de la lluvia, una mujer en trabajo de parto intenta ocultarse de sus perseguidores. Un grupo de sacerdotes y soldados del rey la persiguen, pues habían interpretado señales en el cielo que les hacían pensar que su hijo sería un engendro del demonio, y había que acabarlos lo antes posible, para evitar males mayores en el futuro. Era una misión sagrada, enmarcada en la jurisprudencia de la iglesia y la inquisición, por lo tanto disponían de todos los medios existentes. La joven campesina había tenido una aventura con un soldado del rey, quien había muerto asesinado a la mañana siguiente de su única vez juntos por un moro, lo cual ya presagiaba malos augurios. La muchacha sólo deseaba tener su hijo, y no entendía el afán de la iglesia de tratar de demonio a su bebé.

Dentro de la caverna la joven siente el ladrido de los perros que acompañaban a los perseguidores, que se hace cada vez más tenue. Al parecer la lluvia confundió a los animales, guiando sus narices a otros lados. En ese instante empiezan unas terribles y seguidas contracciones; ella sabe que si grita alertará a los perros y sus dueños, pero el dolor es incontrolable y un espantoso grito sale de su garganta, el cual es ahogado por un largo y sonoro trueno que parece casi eterno.

A los pocos minutos, la joven logra terminar su trabajo de parto, pariendo un robusto varón de negra cabellera y verdes ojos. Por un solo segundo, los ojos del recién nacido se clavan en la roja cabellera de su madre. Al cruzarse las miradas de ambos, sus memorias se activan por ese único segundo, y una sonrisa irónica escapa de sus antiguos rostros…

FIN