De fondo la banda toca incesantemente los temas conocidos por todos. Las voces corean casi como un mantra los estribillos, y algunos cantan las letras íntegras. Muchas chillan y aúllan sin saber qué están cantando en el escenario, menos aún después de desmayarse por la emoción. Alrededor de ellos el resto salta al ritmo del bombo y el bajo. En medio de ellos una muchacha está de pie al centro de la cancha sin seguir los latidos de la masa asistente al concierto.
Ya van cerca de dos horas de concierto. La banda toca su recital de despedida, así que el estadio está repleto de fanáticos de todas las edades. Queda casi nada para la despedida final, y tanto los músicos como el público luchan por posponer dicho instante. Entre medio, la muchacha sigue impávida el devenir del recital.
Termina el recital, la banda se despide emocionada del cariño de sus seguidores incondicionales. La gente aplaude y grita a rabiar por sus ídolos. En medio de ellos la muchacha activa el detonador del cinturón de explosivos que llevaba bajo la blusa y la falda, matando a la mitad de los asistentes al concierto de despedida. Esperó a que los músicos se fueran, pues antes que terrorista seguía siendo una fan incondicional.