Otra noche de insomnio. Ya no sabía qué más hacer para poder dormir con tranquilidad, para poder pasar de una vez por todas una noche decente. Era realmente frustrante saber que el tiempo que para el resto era de jolgorio o descanso, para él significaba sólo sufrimiento. Lo terrible del insomnio era tener que sufrir por intentar dormir, y luego sufrir por no lograrlo. Cada vez la tortura era peor, y ya no le quedaban alternativas reales. Al parecer debería empezar a cultivar aquella virtud cuya ausencia le había acarreado tantos problemas: la resignación.
Otra noche de insomnio… pero bueno, ya no sufriría más, no sacaba nada y peor aún, más se complicaba al darle vueltas una y otra vez a lo mismo. Además, era esperable después de 3500 años de insomnio aprender a tolerar lo intolerable: tal vez era el precio justo por ser hijo del sol y vivir una eternidad como momia en su sarcófago jamás profanado…