Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, noviembre 09, 2011

Torneo

En medio de un extraño bosque teñido de blancos y grises, rodeado de enredaderas carmesí y sorprendido de vez en cuando por innumerables destellos luminosos que saltan por doquier donde las delgadas ramas de los árboles se aproximan para casi tocarse, el caballero blanco avanza confundido pero decidido. No era desconocido ese lugar para él, pero las circunstancias en que estaba complicaban algo su juicio y lo hacían dudar de estar en el lugar y momento correcto. Pese a ello sabía que no debía cejar en su avance, a sabiendas que no tenía rumbo ni destino.

Tras de uno de los troncos, sin poder ser visto, oído o al menos percibido, el caballero negro seguía de cerca los pasos del extraño de armadura blanca. Sentía con extrañeza que esa suerte de caballero necesitaba mirar el suelo para poder pisar, oír el bosque para evitar obstáculos, oler el entorno para reconocer el cómo, el cuándo y el dónde. Por su parte él sólo necesitaba de su intuición para valerse en cualquier lugar, incluso en los terrenos que eran ajenos a su reino, y que de vez en cuando visitaba para desilusionarse de lo que estaba más allá de las ilusiones.

El caballero blanco divisa entre los troncos blancos y grises un plano casi brillante al que se dirige para descansar un rato. De pronto y desde todas partes aparece un guerrero con aires de caballero, con una armadura similar a la suya pero negra. Sabía de su existencia pero nunca había logrado racionalizar su esencia. Del mismo modo sabía que debía enfrentarlo, pese a no saber cómo luchar contra alguien con los ojos cerrados.

El caballero negro desenvaina su opaca e intangible espada, a la vez que el caballero blanco saca su pálida y maciza espada. Ambos se enfrascan en igual torneo, golpeando el arma del otro sin ser capaces de batallar diferente. Ni los agudos sentidos del caballero blanco ni la extraordinaria percepción del negro fueron capaces de superar al otro. Sin notarlo, cada cual golpea del mismo modo al otro, más como coreografía que como batalla. Así, la lid se mantiene por eternas e interminables milésimas de segundo.

Terminada la batalla entre el consciente y el subconsciente, el hombre despierta para seguir su vida de siempre como si nada.

2 Comments:

Blogger Sander said...

Nuevamente me sorprendió. No pude evitar decir "Ah, eso era", al terminar de leer. Usted tiene esa capacidad de escribir haciéndonos imaginar una cosa y desenlazar el asunto con algo completamente distinto.

Jamás le he apuntado a sus finales.

6:25 p.m.  
Blogger Unknown said...

Al fin y al cabo, la más descarnada de las batallas. Lo increíble es que no hay vencedores ni vencidos...
Muacc

1:00 a.m.  

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