Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, octubre 31, 2012

Osario

La muchacha ordenaba con delicadeza y tranquilidad los huesos en el osario. La modesta caja de piedra donde guardaba los restos para ocupar menos espacio en el cada vez más atestado necrocomio, tenía el tamaño preciso como para albergar todos los huesos de una persona cómodamente, y así dejar lugar a que otro cadáver fresco pudiera tener un sitio seguro donde descomponerse hasta estar listo para reposar eternamente en su propio osario. La joven había llegado temprano al lugar, pues le habían avisado que el cuerpo de su difunto esposo ya estaba reducido a huesos, y estaba listo para que ella los pudiera recuperar de aquel asqueroso sitio creado a espaldas de dios y a vista y regocijo de Hades. Ya era cerca de mediodía, y aún seguía limpiando uno por uno los huesos de su amado, y depositándolos con cariño y orden absoluto en la caja. En general el proceso de recuperar los huesos era el más complicado, pues cada deudo debía hacerlo por sus medios o pagar por ayuda, dado el peligro que representaba estar en medio de un sitio con hedor a muerte en todas sus etapas de desarrollo, e infestado de todo tipo de animales de carroña, puestos ahí para apurar el proceso y acortar la espera de los deudos que querían recuperar luego lo que quedaba de sus pasados, y de quienes pujaban por tener dónde dejar los cadáveres de sus seres queridos para evitar que tuvieran un futuro peor. La joven simplemente entró al terreno, se dirigió a la ubicación que le dieron de los despojos de su amado, los echó a una bolsa y se los llevó a la habitación donde la esperaba la caja de piedra, sin siquiera mirar todo lo que ocurría a su alrededor.

La muchacha limpiaba con cuidado y dedicación cada hueso, preocupándose de retirar todo resto que quedara en su superficie y que pudiera opacar su descanso eterno. Ya tenía destinado un espacio en el patio de su casa, a los pies de un gran ciruelo que su hijo y sus amigos usaban de día para jugar, pues en él estaba instalada una vieja casa de árbol; en la noche, el cuartucho de madera servía de puesto de vigía, por lo que el lugar era perfecto para el descanso final del dueño de casa. El proceso de limpieza de los huesos era vital, la muchacha ya había visto lo que pasaba cuando quedaban restos no óseos dentro del osario, y no quería que sus hijos fueran testigos a tan temprana edad de la realidad del entorno en que estaban viviendo.

La muchacha por fin terminó de hacer su trabajo. Luego de acariciar por última vez los huesos limpios de su amado selló el osario y lo colocó en su vehículo para llevarlo a casa y darle el reposo definitivo que merecía, como todas las víctimas del maldito virus que crearon accidentalmente mientras trabajaban fabricando una vacuna contra la diseminación zombie, en un laboratorio clandestino. Luego del término de la raza humana, la civilización zombie era la reinante en el planeta, y debían luchar por defender su forma de vida de los nuevos infectados.

2 Comments:

Blogger Unknown said...

Un virus? buuuu, yo pensé que habían muerto de otro modo, je.

11:39 p.m.  
Blogger A RITZ Be said...

leido, me gusto hasta.. Lo del zombie, sacaselo!!

12:48 p.m.  

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