Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, octubre 10, 2012

Vieja

El cancino andar de la vieja mujer a través del campo de maíz era fiel reflejo de los años que llevaba de vida en la tierra. Sus pasos cortos y arrastrados, y su lenta cadencia la hacían avanzar con una lentitud exasperante para cualquier ciudad mediana del país, pero que en su campo de maíz era la velocidad a la que había que andar. La anciana caminaba al parecer sin cansarse entre las plantas, que sin gran esfuerzo duplicaban su estatura; pese a ello, parecía que su plantación supiera quién era ella, pues a su paso los largos y duros tallos tendían a separarse, como si un par de gruesos y poderosos brazos antecedieran a la anciana en su marcha a través del campo de maíz. Nadie sabía cuántos años llevaba la vieja mujer en esa plantación. Los más jóvenes sabían de su existencia desde que tenían uso de razón, y los más viejos no hablaban de ella, e incluso desviaban la mirada si es que algún forastero insistía en preguntar lo que no se debía responder.

La planicie donde estaban las plantaciones era un lugar poco frecuentado por gente ajena a las familias de los dueños de los terrenos. Dueños de una tradición centenaria, todos en dicho territorio se dedicaban a la agricultura, salvo algunos propietarios que tenían unos pocos animales de crianza para proveerse de leche y derivados, huevos y carne para consumo familiar, pero que en nada interrumpían la tranquilidad del lugar y la mantención del uso de las tierras. Un día, luego de fallecer el dueño de las tierras colindantes con la propiedad de la anciana, un par de grandes camiones de mudanzas se llevaron todas las cosas del lugar, pues sus descendientes habían optado por alejarse de sus raíces y disfrutar de los frutos de la modernidad. Esa misma semana sendas máquinas aplastaron la vivienda y sus construcciones aledañas, y a la semana siguiente grandes camiones con paneles prefabricados armaron una especie de campamento de trabajadores, quienes como topos empezaron a perforar el otrora campo de trigo para dejarlo convertido en un verdadero colador, en busca de riquezas ajenas a la tradición del lugar.

Un mes después la planicie estaba revolucionada. La empresa dueña del terreno había descubierto que las tierras de cultivo descansaban sobre una gran napa de agua, y un par de kilómetros bajo ella, un gigantesco lago de petróleo. De inmediato los inversionistas empezaron a presionar a los viejos y nuevos dueños de las tierras para comprar toda la planicie y apoderarse de esa riqueza casi inagotable. Lo sorpresa fue enorme cuando la anciana fue la primera en vender, siendo seguida casi al instante por el resto de los habitantes del lugar. En cuanto todos se mudaron y las máquinas arrasaron con casas y cultivos, nuevas prospecciones se encontraron con que las primeras estaban completamente erradas: los inversionistas eran dueños de un desierto en formación.

El cancino andar de la vieja mujer a través de la tierra muerta era fiel reflejo de los años que llevaba de vida en la tierra. Luego de vender sus terrenos originales, la anciana y sus vecinos compraron tierra de nadie, sin agua ni nutrientes adecuados para hacer crecer algo vivo, a un precio extremadamente económico. A cada paso de la anciana, la tierra parecía empezar a cobrar vida, su color y textura cambiaba, y espontáneos flujos de agua manaban de la nada por todos lados. En una noche de cancino andar, la vieja Gea revivió un pedazo de su creación y le ganó otra pequeña batalla a los humanos en su guerra por la vida de su hijo, el planeta Tierra.

2 Comments:

Blogger Unknown said...

Ohh que loco el cuento...Me gustó la historia de gea y su hijo. Bonita.
Becho

10:58 p.m.  
Blogger LA LOCA DE LA CASA said...

Qué buena la metáfora, Símbolo de lo que estamos. Perdón, pero creo que ya la escritura se hace más fluida. Ta bien, lo dice una humirde servidora de la educación literaria.

1:29 a.m.  

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