Caos. El estructurado
desorden era el amo y señor de la batalla de los elementos por
ganarle lugar al otro en el finito e ilimitado universo de los
pensamientos en mi mente; eso, hasta que la semana pasada descubrí
mi verdad, lo que me permitió entender todas las cosas que han
sucedido en mi vida hasta este minuto. Ahora el caos es mi esencia, y
yo soy el origen de dicho desorden.
Caos. Del mal mirado caos
mana el orden en algún momento de mi creación, permitiéndome
seguir con mi obra creadora universal. No sé por qué les cuento
esto, está claro que sus limitadas y estructuradas mentes jamás
serán capaces de entender que el desorden es un modo de orden, que
el caos es una estructura que nada tiene de azarosa, sino que sigue
un patrón que tiende a tomar forma cuando logra su propio
equilibrio. Del caos nace el todo, y el todo tiende al caos al final
de los tiempos.
Caos. Mi mente es un caos
que nadie es capaz de controlar. Lo que para ustedes es silencio para
mi es el ensordecedor ruido de la nada, lo que es felicidad en mi
cabeza es tristeza obnubilada, la esperanza es una pesadilla con
final incierto, el amor es un desequilibrio químico no renovable, el
odio es lo mismo que el amor, la tristeza... la tristeza es vida, es
realidad, es una musa que dicta metacantos a mi mente para que ella
los tergiverse y transforme en manuales técnicos; ¿y el alma? No es
más que la expresión metafísica del cerebro.
Caos. Todo bulle como un
gigantesco hervidero, donde las moléculas de la existencia
estimuladas por el calor de la destrucción chocan excitadas unas
contra otras buscando eliminarse entre sí, pero que sólo logran
expandirse desde la concentración máxima hacia el mínimo infinito,
pasando por la eterna senda del descontrol sin guía aparente, pero
siguiendo un plan establecido en mis genes que los lleva a acercarse
cada vez más al límite incidental e inconmensurable de la
superficie interna de mi cráneo. Así, a medida que cada millonésima
de segundo le da paso a la siguiente, el calor generado por la
destrucción de mis pensamientos y de mi razón, hacen hervir mis
dogmas para transformarlos en ideas libres que vuelan a la velocidad
de la luz dentro de mi calota, para encontrar la salida a través de
mi cuerpo y expresión a través de mis actos. De ese modo el caos
mental y metafísico transmuta en realidad estructurada y se
manifiesta en el mundo que todos decimos conocer.
Caos. El caos ya es
pasado, el presente es orden, derivado del caos. Gracias a la
disgregación de lo concreto logré entender mi esencia abstracta. Ya
no lucho contra las ideas, dejo que manen libremente y que se hagan
verdad, aunque no lo sean para ustedes. No me interesa si no lo
entienden, pues yo tampoco lo entiendo. Morirán, porque el orden
manado de mi caos lo necesita, para seguir en equilibrio y poder
crear más caos.