No hice nada malo, estoy seguro. La
gente siempre malinterpreta lo que hago para culparme de todo, porque
no quieren asumir sus responsabilidades, y siempre ha sido así;
claro, es más fácil culpar a otro de tus errores en vez de
asumirlos y pagar tus culpas. Eso lo aprendí de niño, cuando mis
hermanos hacían maldades y me culpaban: obviamente mis padres creían
que por ser el menor era el más travieso y descontrolado, así que
jamás me creían. Cada vez que aparecían los gatos nuevos amarrados
por las colas gritando, o el perro maquillado, o el papel higiénico
envolviendo el televisor, mis hermanos me culpaban y mis padres les
creían; todo siguió así hasta que un día decidí que ya que me
culpaban de todo, empezaría a hacer mis propias maldades, para que
los castigos valieran la pena. La primera vez maté de un hondazo a
un zorzal y lo eché a la olla del almuerzo: cuando escuché el grito
de mi mamá entendí que se me había pasado la mano y que el castigo
sería monumental. Mi sorpresa fue enorme cuando vi que mi madre no
les creyó a mis hermanos y los culpó a ellos; por fin sentí lo que
ellos sentían cada vez que me inculpaban, y vi que era bueno. Desde
ese entonces cada broma que hacía le era achacada a mis hermanos, o
a mis compañeros de curso, o a quien yo evidenciara como chivo
expiatorio.
No hice nada malo, estoy seguro. ¿Por
qué no quieren entender que ustedes son culpables de sus decisiones?
Cuando saqué mi licencia de conducir empezaron los problemas con los
peatones. Llevaba algo así como tres meses manejando , y en una
ocasión el semáforo empezó a cambiar de luz para darme la roja,
pero con el tiempo y el espacio suficientes como para pasar; justo en
ese instante una embarazada decidió cruzar con rojo y no alcancé a
detenerme: menos mal que el juez entendió que no quise matarla, y
que la culpa fue de ella.
No hice nada malo, estoy seguro. Ese
maldito asaltante me atacó con un cuchillo como de treinta
centímetros, si no hubiera sido por el palo que había en el suelo y
con el que le partí la cabeza al hijo de perra tal vez no les
estaría contando esto. Y así suma y sigue, lo bueno es que siempre
hay al menos una persona en el lugar y tiempo correctos para entender
mi posición y librarme de culpa. Hasta ahora.
No hice nada malo, estoy seguro. Todos
quieren eximirse de su responsabilidad en lo que está pasando, pero
no pueden, yo no tengo la culpa sino todos ustedes. Ustedes me
hicieron así, y no me ayudaron a cambiar. Sí, yo envenené todas
las fuentes de suministro de agua de la ciudad, pero nadie los obliga
a tomar agua; yo contaminé los alimentos de los animales de consumo
y las aguas de regadío de frutas y verduras, pero nadie los obliga a
comer. Y ahora tengo listo mi última obra: un agente viral
sintetizado que les provocará hemorragias internas imparables,
haciéndolos ahogarse en su propia sangre, y que se disemina por el
aire. Así que ya saben, si respiran, será culpa de ustedes.