Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, marzo 12, 2014

Clase

El auditorio estaba llenándose cada vez más y más, en espera de la llegada de los profesores a cargo de la mesa redonda. Si bien es cierto la actividad era completamente optativa y casi extra curricular, el nivel de los docentes era tal, que perderse una mesa redonda en que los cinco hombres compartieran y debatieran sus ponencias, ideas, descubrimientos y sarcasmos, era un despropósito para cualquiera que usara la vocación como argumento para justificar sus estudios. Cuando faltaban cinco minutos para el inicio de la mesa el auditorio estaba lleno, y el barullo en él era tal que hacía imposible concentrarse en alguna idea en particular. Justo en ese momento los cinco docentes, sin parafernalia ni presentación alguna entraron al anfiteatro, logrando por presencia que las voces empezaran a acallarse.

En cuanto llegó la hora de inicio de la mesa redonda, los cinco profesores tomaron cada uno una silla, y se sentaron en ellas, dejando de lado las mesas, y quedando en silencio frente a los asistentes, quienes no lograban comprender lo que estaba sucediendo: frente a todos, las cinco mentes más brillantes de la universidad en su especialidad, se sentaron en silencio en un círculo sin hacer ni decir nada.

Pasados cinco minutos, algunos de los asistentes empezaron a salir de la sala, unos en silencio, la mayoría murmurando, unos pocos hablando en voz alta en contra de la poca seriedad de los docentes. Un par de minutos más tarde empezó el murmullo, que a los pocos minutos estaba nuevamente convertido en un barullo ensordecedor.

Un rato después, una de las pocas asistentes que quedaban en la sala se puso de pie y se acercó al escenario. Desde las alturas del anfiteatro había notado que las cinco sillas no estaban dispuestas en un círculo, pues al unirlas con cinco líneas rectas conformaban un pentágono perfecto. La joven se acercó al grupo de profesores, y empezó a ver los detalles que a la distancia nadie notaba: efectivamente los puntos estaban unidos por líneas rectas pintadas en el suelo con algún pigmento de un color muy camuflable con el de las tablas que conformaban el suelo, además de haber un par de líneas desde cada punto que se unía con todos los otros. Cuando la muchacha descubrió la imagen, ya era demasiado tarde.

Uno de los profesores extendió su brazo, tomó con fuerza de la muñeca a la muchacha, y la lanzó dentro de la estrella de cinco puntas formado por las líneas por dentro del pentágono; en el instante la muchacha empezó a arder, transformándose su cuerpo en cenizas en menos de veinte segundos. Los pocos asistentes que aún estaban en el lugar salieron corriendo del auditorio, sin alcanzar a ver cómo los cinco profesores untaban sus dedos en las cenizas del cuerpo, para luego dibujar con dichas cenizas una estrella de cinco puntas invertida en sus frentes, y desaparecer en el aire: no había mejor catalizador para el viaje al reino de Hades que las cenizas de la curiosidad.

1 Comments:

Blogger LA LOCA DE LA CASA said...

Excelente final!!!

8:12 p.m.  

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