Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, enero 15, 2014

Carretera



Por la carretera avanzaba lentamente una caravana de vehículos de diversas características, ocupando dos de las tres pistas para dejar el paso libre a quienes no tienen tiempo de viajar y disfrutar el viaje, pues el destino para ellos es más importante que el trayecto. Las decenas de vehículos avanzaban en un bloque compacto, sin más luces que las de los móviles de los extremos, haciendo imposible ver desde fuera cuántos vehículos en realidad conformaban el enorme rectángulo motorizado, que rugía a esas horas de la madrugada; ello disminuía las posibilidades de ser perseguidos o detenidos por la autoridades o disgregados por ellos, y evitaba generar pánico en los conductores habituales.



El compacto convoy viajaba a noventa y nueve kilómetros por hora, sin variaciones. No había aceleraciones ni desaceleraciones, frenadas ni cambio alguno en el viaje de la caravana. Ni las curvas, ni las pendientes, ni las cambiantes características de la carretera eran motivo suficiente o necesario para moverse a distinta velocidad: la monotonía del orden era la constante del viaje.


Luego de una curva en el camino, los primeros vehículos de la caravana se encontraron con una imagen conocida: cerca de cinco kilómetros más adelante había luces de ambulancias, bomberos y patrullas policiales, signo inequívoco de un accidente carretero. Por la gran cantidad de personal de emergencias y el alto número de ambulancias presentes en el lugar, quienes encabezaban la caravana sospecharon de inmediato que se trataba del choque de uno o dos buses. De inmediato los vehículos de la caravana se pusieron en alerta: sin bajar la velocidad, se apagaron las luces de los móviles que encabezaban y terminaban el convoy. Cuando quedaban cerca de dos kilómetros, los vehículos del final del grupo se reacomodaron, dejando el espacio suficiente para dos buses; al quedar un kilómetro para llegar al accidente, los vehículos se desvanecieron, para reaparecer cien metros más adelante llevando en el espacio creado previamente los restos de los muertos en el accidente, en dos buses creados por las mentes de los muertos y mantenidos por su energía liberada al instante de morir.