Uno, dos, tres golpes de pedernal fueron suficientes para encender el
pasto seco que tanto costaba mantener alejado de la humedad en la caverna. Día
tras día se hacía más fácil encender el fuego, y más difícil mantenerlo
encendido y tener pasto preparado para lograr utilizarlo. Luego que la llama
alcanzó el tamaño y la fuerza necesarias para mantenerse viva al menos por las
siguientes dos horas, Uk tomó el palo con la enredadera seca envuelta en uno de
sus extremos que había aprendido a fabricar hacía algunos meses, la encendió, y
se internó con su antorcha en las profundidades de la caverna.
Uk era un homínido viejo. Con cerca de veinticinco años, estaba en las
postrimerías de su existencia, por lo cual ya no temía casi a nada, pues en su
larga vida había pasado por todo lo imaginable. Sus padres murieron aplastados
en una cacería, para luego ser devorados por sus circunstanciales presas; había
aprendido a cazar, pescar, nadar, encender fuego y reconocer las señales de la
naturaleza, por lo cual pudo llevar una existencia bastante aceptable. Los años
le habían enseñado además que todos los seres vivos existían por algo; sin
embargo, había congéneres suyos a los que encontraba inútiles, débiles e
innecesarios, y con los cuales nunca pudo conectarse adecuadamente: los brujos.
Uk había sido expulsado del clan. Uno de los brujos intentó quitarle
parte de su comida para hacerle una ofrenda a los dioses; cuando Uk vio que uno
de ellos se comía las ofrendas, defendió lo que le querían quitar, hiriendo
gravemente al curandero, quien de inmediato lo maldijo y puso al clan en su
contra, obligándolo a partir. Uk tomó sus herramientas, pedernales, y los
restos del animal que le quisieron quitar, e inició el éxodo hacia el lugar que
nunca nadie había podido visitar: la morada de los dioses.
La morada de los dioses era una enorme caverna, alta y húmeda, vedada
a su clan por los brujos, quienes sabían que en ese lugar habitaban sus deidades,
por lo cual no podía ser habitada ni visitada por ningún ser inferior. Ahora
que Uk no era parte del clan, podía
visitar el lugar sin temor a que algo malo le pasara al resto. De todos modos,
pensaba que si los brujos se comían las ofrendas, era muy probable que los
mentados dioses no fueran más que una excusa para sobrevivir a costa del resto,
sin tener que cumplir las agotadoras labores de los homínidos comunes y
corrientes.
La caverna era extremadamente grande, tanto que Uk llevaba tres días
avanzando sin lograr llegar a su fin, o a una nueva salida. Sus provisiones se
estaban agotando, y sólo le quedaba pasto seco y antorchas para dos días más:
si seguía avanzando sin llegar a ningún lugar, corría el riesgo de morir de
hambre, sed, o no poder encontrar el camino de vuelta. Sin embargo, Uk estaba
decidido a hacer el mejor intento por encontrar la verdad, y el miedo a morir
no era impedimento para seguir avanzando.
Uk avanzaba con su antorcha a medio quemar por la oscura caverna. Pese
a llevar cinco días caminando y haber agotado todas sus provisiones, el lugar
seguía siendo del mismo porte; esa caverna era muy extraña para Uk, pues no
parecía haber piedras fuera de lugar, ni formaciones que interrumpieran la
continuidad de la marcha, ni hilos de agua que se aposaran: todos fluían hacia
el aparentemente inexistente final del atípico lugar.
De pronto Uk vio que pese a que la antorcha estaba casi completamente
consumida, la caverna parecía estar más y más iluminada, señal inequívoca de
haber llegado al otro extremo de la formación. Uk se echó a correr para ver
luego cómo era el otro lado, y empezar a buscar qué cazar para reponer sus
reservas. De improviso Uk se encontró con una imagen incomprensible: la
caverna, luego de una curva, se abría a un espacio cuatro veces más alto, lleno
de una claridad casi enceguecedora, repleta de árboles y rocas de materiales
que brillaban como estrellas de día. De una de esas rocas aparecieron dos
dioses, que casi lo doblaban en estatura, cuyas pieles tenían la misma claridad
que la luna, y cuyos rostros estaban desprovistos del vello necesario para
sobrevivir a la intemperie. Los brujos tenían razón, y ahora Uk estaba siendo
juzgado por los dioses, quienes hablaban entre ellos y decidían el futuro del
homínido, quien recordando las lecciones de los curanderos, se lanzó al suelo y
se tapó la cabeza, esperando su destino.
—Parece que este es el único de los sujetos experimentales que sirve a
nuestros propósitos.
—Claro, pudo desembarazarse del clan y buscarnos. ¿Pasamos a la etapa
3?